NÚMERO DE ASISTENTES: 12+1
Cuando todas las condiciones eran más propicias para realizar una excursión de senderismo (tiempo meteorológico, datos de la pandemia, restricciones de mascarillas, etc.) y se esperaba una asistencia mayor a esta segunda excursión urbana, vino la decepción. Solamente 12 personas se presentaron a la hora indicada a las puertas del Palacio de la Aljafería. Pero la gente de L’Andada no se acobarda por tan poca cosa y después de hacernos la consabida foto para dar fe de quiénes eran los participantes, partimos con buen humor para dar buena cuenta del trayecto preparado.
Apenas se pudo en marcha el recorrido, comenzaron las conversaciones mientras recorríamos los jardines de la Aljafería que presentaban un magnífico aspecto, conversaciones que ya no pararon durante toda la mañana y que suponen uno de los principales alicientes de nuestras excursiones.
La primera parada seria del recorrido tuvo lugar en el Parque Palomar para admirar el magnífico porte de un Platanero de sombra que está catalogado como árbol singular. Alguno confesó que había pasado por delante de él varias veces y no había reparado en su belleza.
– “Ves todo lo que se aprende gracias a las excursiones”- le dijimos con cierta sorna.
Con la cosa de ir charrando, se nos pasó de largo la segunda parada prevista y hubo que retroceder para contemplar el esbelto ciprés que se encuentra en medio del Parque Palomar que también recibió muchos y merecidos elogios; por algo está también catalogado como árbol singular.
Y ya sin más paradas nos presentamos en el Parque de la Sedetania donde los que no lo conocían recibieron una grata sorpresa. Es un parque pequeño pero coqueto y no le falta su lago artificial, su circuito para adiestramiento de personas invidentes y por supuesto los consabidos perros que todo parque que se precie tiene que tener en abundancia.
Pillados de tiempo, fuimos a recoger a la gente que esperaba en el segundo punto de encuentro: el Parque Delicias. Y allí que esperábamos encontrar a un nutrido grupo, nos dejó turulatos la concurrencia: ¡una sola persona!, eso sí nada menos que una Elena que vale por un centenar.
Ya sólo quedaba llegar hasta el Parque Oliver pasando por la urbanización Parque Hispanidad que está muy bien cuidada tanto de limpieza como de flores de todos los colores. Y el punto final no defraudó a los que no lo conocían, porque dicho Parque Oliver es un bonito pulmón verde muy bien cuidado donde en su estanque viven familias de patos y la limpieza se nota en todos los rincones del Parque.
Sólo faltó la guinda por la que suspira todo buen senderista de L’Andada: una rica comida comunitaria al terminar el recorrido para poder seguir charrando de nuestras cosas mientras damos cuenta de todo que nos pongan a nuestro alcance. ¿Se podrá llevar a cabo en la próxima excursión?