Via verde Ferrocarril Vasco-Navarro 28-9-2024

F.A.M.
COMUNICACIONES  –  Grupo de Senderismo  L’ANDADA
U.S.C.T.Z.
SENDERISMO
VIA VERDE DEL FERROCARRIL VASCO-NAVARRO
28-9-2024

NÚMERO DE ASISTENTES: 37

Una serie de hados negativos en forma de pereza, viaje del “Grupo de Mayores” y los últimos coletazos de escapadas veraniegas, se confabularon para que en la primera excursión tras el caluroso verano, no llegáramos a la treintena los participantes en esta excursión. (No quiero pensar que “la viejera” sea otro de los ingredientes de este cóctel).

No obstante, el día iba a ser muy interesante. Para comenzar, un precioso arco iris nos dio la bienvenida a Estella, aunque los pesimistas del grupo (que los hay, aunque sean pocos) ya auguraban que nos íbamos a mojar a pesar de que las predicciones aseguraban todo lo contrario.

Llegamos al Área 99 de Estella, donde los asiáticos que regentan el local ya nos estaban esperando con unas enormes tortillas y otras tentaciones que alegraron los primeros momentos de la jornada. Por si esto fuera poco, a escasos 50 metros, los agricultores de la zona habían instalado sus puestos de venta de pimientos del piquillo y otros productos de sus huertas, lo que provocó la salida en estampida de la cafetería de algunas personas dispuestas a llenar el autobús con esos ricos productos.

Pasados estos momentos de ansiedad, durante los cuales el sol se había apoderado del cielo estellés, nos dispusimos a dar comienzo al recorrido programado. Lo primero fue acercarnos a las orillas del río Ega donde se dio la salida “oficial” y donde pronto comenzaron a definirse los dos grupos clásicos; “los de la corta” y los de “la larga”. Ambos grupos tuvimos la oportunidad de confraternizar con algunos vecinos de Estella que usan esta vía verde como lugar de la sana práctica del deporte diario.

¡Que grupo mas majo!
Los de la larga

Llegados a la boca de un túnel, se definió el resto de la jornada y así mientras los de “la corta” decidieron que mejor era volverse a Estella en busca de un apetitoso vermú, los de “la larga” comenzaron a trepar monte arriba por la Senda de los Conjuros (¡que manía la de esta gente que en cuanto ven una cuesta les sube la adrenalina!) intentando batir no se que record.

El afan de ser los primeros

La ruta estaba salpicada de belloteros y otros arbustos que ni siquiera aplaudieron nuestro esfuerzo y nuestro empeño por confraternizar con ellos, pero sin tenérselo en cuenta porque no somos rencorosos, continuamos en busca de nuestro próximo objetivo: el pueblo de Zubielqui, un lugar con poco aliciente turístico, donde decidimos dar la vuelta en busca del túnel que nos devolvería al trazado de la Vía Verde.

En Zubielqui

Siguiendo dicha ruta, desembocamos en las puertas de la iglesia de San Pedro de la Rúa de Estella y sin encomendarnos a dicho santo (ni a ningún otro), comenzamos la ascensión a la basílica de Nª Sª del Puy Aunque teníamos “mano” (porque nos acompañaba Mª del Puy Palú), dicen los que hicieron el recorrido “corto”, que nuestros jadeos mientras ascendíamos, los oían desde la Plaza de los Fueros mientras saboreaban las ricas tapas de los bares que abarrotan dicha plaza. ¡Qué cab…ritos!

Entretanto, los que subíamos las duras rampas que desembocan en la basílica, nos preguntábamos: ¿pero que necesidad había de poner la iglesia tan arriba? La respuesta la tuvimos al llegar a la explanada donde se construyó dicha basílica porque allí se encuentra un hermoso mirador que nos descubrió la sierra de Urbasa y otros puntos naturales que rodean a Estella. La basílica sorprendió a los que no la conocían por su estilo modernista, pero ya nos hervía la sangre por descender hasta Estella a tomarnos la merecida cerveza que con tanto esfuerzo nos habíamos ganado.

L’andada en Estella

Hubo poco tiempo para tanta “tapa”, pero es que nos esperaba la comida en el hotel Peñalen del pueblo de Funes y hubiera sido una pena llegar allí y no poder con la rica comida que nos habían preparado… y del vino de La Rioja que la acompañó. No era cuestión de echar por tierra nuestra bien ganada reputación de que en nuestras excursiones los platos tienen que quedar vacios y limpios…para evitar que los empleados del restaurante tengan que pegarse una paliza lavando dichos platos.

Y acabó la jornada con el regreso a Zaragoza entre ronquidos y risas como es habitual.