Grupo de Senderismo L’ANDADA
U.S.C.T.Z.
LAS TRINCHERAS DE RUBIELOS DE LA CÉRIDA
23-3-2024
NÚMERO DE ASISTENTES: 36
Una vez más y van…ni se sabe, Conchita e Isidro se encargaron de organizar una excursión por esos parajes del valle del Jiloca que ellos dominan como pocos. Y a pesar de ello, la asistencia a esta excursión no fue todo lo numerosa que se preveía, tal vez por la proximidad de las vacaciones de Semana Santa que algunos de nuestros más fieles compañeros trota sendas se apresuraron a disfrutar ó porque las bajas por enfermedades (afortunadamente leves) se habían cebado con alguno/a de nuestros habituales participantes. Aún así y con todos estos handicaps, todavía nos reunimos la bonita cifra de tres docenas de caminantes dispuestos a seguir a Conchita e Isidro por donde tuvieran a bien de llevarnos.
Mientras un grupo nutrido (23) nos arremolinamos detrás de Isidro, el resto, decidió seguir a Conchita (¡que listos/as!) y digo esto, porque Isidro nos llevó por todas cuestas que había y unas pocas más que se entretuvo la tarde anterior en ir poniendo por el trayecto porque las naturales le parecían pocas.
De cualquier manera, la prima que tenía de la Tesorería de la Seguridad Social por acabar con alguno de nosotros, se le quedó en nada porque todos resistimos como jabatas/os el recorrido y bien que lo disfrutamos porque los parajes por los que pasamos bien se merecían un esfuerzo extra. No obstante, cuando al final del camino, vimos la silueta del autobús el que más y el que menos suspiró aliviado porque el sol y la ruta nos habían calentado bastante el motor.
Mientras tanto, el grupo de los “listos/as”, se lo pasaron estupendamente con las explicaciones de Conchita que sabe de las características de la zona, lo suyo…y lo de cinco ó seis más y encima no se guardó nada para sí de la historia del lugar (ella es así de generosa). Con todo ello, se fue pasando la mañana y ya sólo quedaba cumplir con el principal mandamiento de nuestro grupo: “Caminar…camina lo que quieras, ¡pero como no te comas todo lo que te pongan en el restaurante, te va a caer una bronca que no olvidarás jamás!”. No hizo falta abroncar a nadie, porque somos un grupo de lo más obediente, tan es así que cuando fuimos a pagar, el dueño del restaurante nos hizo un comentario de lo más elogioso: “Hoy habéis cumplido tan bien en la mesa, que voy a tener que tirar del saco de comida para perros porque no habéis dejado ni los huesos de los codillos para mis perricos”. Esto hizo aflorar unas lágrimas de emoción a los ojos de Alejandro y Antonio que en ese momento se sintieron orgullosos de representar a las gentes de L’Andada. ¡Bravo chicos/as!