Por el Valle de La Fueva 15-4-2023

F.A.M. COMUNICACIONES  –  Grupo de Senderismo  L’ANDADA
U.S.C.T.Z. SENDERISMO
Por el valle de  LA FUEBA
15-04-2023
NÚMERO DE ASISTENTES: 50


Como siempre que se acerca la fecha de la excursión que preparan Conchita y Pedro, la expectación que despiertan sus recorridos hacen que la muchachada de L’Andada se vuelque rápidamente a conseguir plaza para no perderse el acontecimiento. Y como siempre también surge la inevitable pregunta: “¿Es muy dura?” a lo que mi respuesta casi siempre es la misma: “Hostia, para que preguntáis, si la ha preparado Pedro, vais a ganaros la comida seguro”.


Y así fue también en esta ocasión. El primer mandamiento de nuestras excursiones lo cumplimos a rajatabla: acumular fuerzas a base de  bocatas, vino y cafés en el “Área 62” donde recogimos a Conchi y Pedro. Ya todos juntos, se procedió a rifar los 3 lotes de de un producto glorioso del Somontano de Barbastro que según la “leyenda”, su nombre proviene de que cuando se termina, al que más y al que menos se le escapan unas cuantas bien gordas. Hubo que dar pistas para que el personal acertara de que se trataba: “Empieza por “vi” y acaba por “no” y ya entonces todo el mundo adivinó que se trataba de VINO y hasta un “espabilaú” dio con el apellido “Glárima”.


Así las cosas entre risas y música primaveral, llegamos a Liguerre de Cinca, donde enseguida comenzaron las “hostilidades amistosas”, es decir, mientras los del recorrido corto se tomaban las cosas con calma tirando a “pachorra”, los del recorrido largo comenzaron su periplo. A la primera curva, los “tragamillas” echaron a correr y ya no les vimos el pelo hasta la hora de comer, mientras el resto seguíamos a Pedro como buenamente podíamos.

L’Andada no se arruga


Pronto salió a recibirnos el río Cinca en cuyas aguas se reflejaba el color azul del cielo dándole un plus de belleza, pero ese era sólo el principio de las sorpresas, porque en cuanto entramos en el estrecho de Entremón, las rocas con formas extrañas le dio un salto de calidad que fue aumentando conforme pasábamos por la Cueva de las Palomas y otros parajes igualmente bellos.

Cueva de las Palomas


No todo era jijí, jajá, porque la senda se estrechaba e incluso hubo que echar mano un par de veces de unas sirgas para evitar los ataques de vértigo. El camino no dejaba de empinarse, pero el esfuerzo merecía la pena y cuando llegamos al embalse de Mediano, pudimos constatar que la falta de lluvias también había hecho mella en dicho pantano: allí se asomaba la torre de la iglesia del viejo pueblo que fue inundado por el embalse allá por el año 1969 cuando todavía sus habitantes ocupaban sus viviendas. Como siempre se hizo difícil evitar una mezcla de rabia contenida por estos hechos, mezclada con la preocupación de que iba a ser un verano duro si las lluvias no llegaban pronto.

¡¡CUIDADIN!!


Tras un breve descanso, proseguimos la marcha siempre en continua subida que al final se hizo dura., aunque la compañía lejana de las Tres Sorores y el Pico Cotiella (por cierto sin apenas nieve) nos  alegraba el ánimo. Cuando por fin avistamos allá abajo el pueblecito de Humo de Muro, todos soltamos un suspiro de alivio. Ya sólo quedaba cruzar el río Usía  y superar la última rampa para descubrir el encanto de ese pequeño pueblo cuyo censo alcanza la fabulosa cifra de ¡10 habitantes!, lo cual no le impide tener un restaurante con capacidad para 180 personas, ver para creer. A pesar de su tamaño, es un pueblo muy cuidado y además pudimos refrescarnos con la fresca agua de su fuente.

Cruzando el Rio Usía


El recorrido había hecho mella en la gente, así que optamos por dar por terminada la jornada y tras una llamada de socorro a nuestro conductor de autobús Juan Carlos, nos subimos al bus para poder llegar a comer a una hora prudencial al restaurante “Casa Puyuelo” donde ya nos estaban esperando los del recorrido corto y los “tragamillas” que nos llevaban un par de cervezas de ventaja.


Cuando comenzó la comida, a los que habían pedido las alubias con oreja y morro, les costaba encontrar las alubias, sin embargo sobraba “morro”…yo ahí lo dejo. Por lo demás, y como ya es habitual, no faltaron a la cita las conversaciones de todo tipo, las alabanzas al recorrido y los “chupitos” post-comida que desataron la lengua de los habituales a este deporte.


La traca final fue la ovación cerrada, que se llevaron Conchi y Pedro como premió al bien hacer cuando se despidieron de nosotros en Barbastro.