NÚMERO DE ASISTENTES: 37
¡Cuántas dudas nos asaltaron antes de retornar a la actividad de Senderismo! ¡Cuántas vueltas le dimos a cuando sería el momento oportuno! ¿Qué recorrido proponer? ¿Qué capacidad de autobús deberíamos contratar? ¿Cómo respondería nuestra “peña” ante el anuncio de la primera excursión post-pandemia? Sólo había una forma de averiguarlo: quitarnos la capa del miedo y ponernos la del optimismo y las ganas de vivir ya que de lo contrario tal vez no nos mataría el virus, pero sin duda lo haría el aburrimiento.
Y con estas premisas decidimos hacer en primer lugar la excursión que teníamos programada para el mes de marzo de 2.020: recorrer el Barranco Cardoso hasta la Piedra del Peruano y más allá. La idea era encerrar a la pandemia en el baúl de los recuerdos y continuar con la actividad en el punto que la dejamos dando por terminado ese capítulo tan triste de nuestra historia reciente que se llevó consigo algunos de nuestros habituales amigos del Senderismo.
Finalmente fuimos 37 los participantes (exactamente la mitad que acudimos a la última excursión de febrero de 2.020). ¿Eran muchos? ¿Eran pocos? Depende del grado de optimismo de cada uno, de cualquier forma era lo que había, así que decidimos continuar con la actividad en los meses siguientes y el tiempo diría si se incorporarían nuevos efectivos… ó no.
Para comenzar, no faltó el recuerdo emocionado para los compañeros/as que ya no volverían a estar físicamente con nosotros y por supuesto la rifa de CD’s y los momentos de humor hasta llegar al punto de partida.
Yendo al grano, la excursión tuvo dos caras: la primera nos hizo pensar si esta excursión estaba maldecida por el dios peruano Viracocha ya que cuando apenas habíamos caminado 300 metros, dos coches “todo terreno” nos hicieron parar informándonos de una inminente batida de caza que justamente iba a transcurrir por el Barranco Cardoso.
¡Pues empezamos de cojón! opinamos la mayoría, pero ante tal amenaza sólo había una decisión a tomar: olvidarnos del recorrido programado y buscar otra opción, pues la mañana soleada invitaba a caminar y además las ganas de hacerlo por primera vez en tanto tiempo nos “obligaba” a hacerlo.
¿Dónde ir? Pues los mismos cazadores nos ayudaron gentilmente a decidirnos: Ir hasta el Castillo Peracense. Siguiendo sus indicaciones y confiando en el conocimiento del terreno por parte de Isidro y Conchita hacía allí que nos fuimos dejando para mejor ocasión el Barranco Cardoso (ó no, dados los antecedentes).
La excursión transcurrió sin más incidentes y cuando llegamos a las estribaciones del castillo, más de uno dijo en voz alta: “No sé como sería el Barranco Cardoso, pero ese paisaje es todo un espectáculo”. Y efectivamente así era, esas piedras de rodeno con sus múltiples formas modeladas durante siglos le dan al paisaje un aire mágico, su colorido rosado le proporciona una belleza extra que a alguno nos recordó la legendaria Petra.
Superadas las fuertes rampas con un plus de dureza añadido debido a la prolongada falta de actividad, llegamos a las estribaciones del castillo y su visión cambió el cansancio de los rostros por unos gestos de admiración de todos aquellos que no conocían dicho castillo. Las cámaras de fotos y los móviles comenzaron a disparar sin cesar, pues todo el mundo quería llevarse a casa esa joya y después la visita del interior del castillo con espectáculo incluido, acabó de enamorar a los pocos que no lo habían hecho antes.
Sólo quedaba el tema de la comida en el Hostal Suvesa de Santa Eulalia del Campo donde habíamos desayunado. Con buen apetito entramos dispuestos a dar buena cuenta de la comida, por cierto muy sabrosa. Las partidas de guiñote fueron el colofón para un día que nos ofreció de todo menos aburrimiento que era de lo que se trataba y todos nos conjuramos para que no fuera el último