NÚMERO DE ASISTENTES: 35
La tercera excursión urbana era una prueba más para sopesar el estado de ánimo de las gentes de “L’Andada” de cara a reanudar la actividad perdida hace ya más de dos años.
En esta ocasión se unió al recorrido urbano un nuevo aliciente: una comida al terminar de caminar y a pesar de que debido a la existencia de overbooking en la Escuela de Hostelería de Miralbueno no se pudo celebrar la comida en ese lugar que tanto nos gusta, la ilusión por reunirse con amigos alrededor de una mesa fue motivo más que suficiente para que 35 personas se decidieran a caminar un buen rato y luego juntarnos a comer en el restaurante “Casa Nalda” en pleno corazón del barrio de Delicias.
Cuando los relojes marcaban las 11 de la mañana, 25 caminantes nos dispusimos a dar buena cuenta de todo el recorrido programado a pesar de que las predicciones meteorológicas anunciaban lluvia. Pero si la vida nos ha cambiado por culpa de la pandemia, hay algo que de momento no ha variado: la fortuna que casi siempre acompaña a las gentes de “L’Andada” en el tema del tiempo. Tan es así que no sólo no se cumplieron las predicciones pesimistas, sino que incluso pudimos disfrutar de algún rayo de sol a lo largo y ancho del trayecto.
Después de recorrer el Parque Labordeta con ascenso incluido al Cabezo de Buenavista y hacer la foto de grupo en pleno corazón del Jardín de Invierno, nos internamos por los Pinares de Venecia para disfrutar de ese magnífico pulmón zaragozano con foto incluida en el balcón del Parque de Atracciones.
Tras abandonar dichos pinares, enlazamos con el Canal Imperial de Aragón para pasar a recoger al resto de caminantes “menores” que esperaban en la Fuente de los Incrédulos para ya todos juntos ir en busca del Anillo Verde.
El calor comenzaba a apretar un poco y de común acuerdo, acortamos ligeramente el recorrido total para dar buena cuenta de una cerveza bien fresca antes de ponernos a esa labor que tanto nos gusta: “una comida en buena compañía”. Lo de menos era el menú, aunque el arroz con sepia, la tagliatella con gambas, el bacalao a la andaluza y el pollo al ajillo, todo ello regado con vino de Borja contribuyó a desatar la lengua de los 23 “andarines” que se decidieron a quedarse a comer.
Fue una mañana que nos recordó lejanamente las que podíamos disfrutar tiempos ha, pero que dejaba paso a la esperanza de recuperar la normalidad que tanto añoramos. Si los datos de la pandemia lo permiten, la fecha de hacer una prueba de salir a la montaña cada vez parece más cercana.
Ojala que este maldito “coronavirus” se aleje de nuestras vidas definitivamente y podamos cumplir nuestros deseos de volver a las “andadas”, excursiones culturales y viajes por España y el extranjero para recuperar el tiempo perdido.