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Hacía muchos años que nuestra sección de Senderismo no visitaba a nuestros vecinos riojanos para pisotear algunas de las muchas rutas de las que disponen y como cada vez va aumentando más la colonia riojana a nuestras excursiones, pues creímos que había llegado el momento de hacerles caso y montar una excursión por dichas tierras aunque nada más fuera para no tener que seguir aguantando la tabarra de: venga “porfa”, organizar una excursión por el terruño, va tíos enrollaros que tenemos “mono” de caminar (y presumir) por nuestra tierra…
Y como no sabemos decir que no, pues hala, les dijimos: “del año 2.020 no pasa sin ir a caminar por La Rioja”. El caso es que no se si sería suerte, si se habían gastado una pasta en velas a sus santos ó qué, pero nos salió un día primaveral con el sol como fiel compañero durante toda la jornada a la multitud de senderistas que igualó records anteriores y que no los superó porque los autobuses todavía no son de goma.
La jornada comenzó con un emocionado recuerdo para “Juanito” nuestro ilustre vegetariano que tantas veces nos acompañó en nuestras excursiones y que nos ha dejado la semana pasada para recorrer otros caminos. Algunos de las nuevas “generaciones” no lo llegaron a conocer, pero los más veteranos echaremos de menos sus charlas sobre las bondades de ser vegetariano, que lograron convencer a pocos, aunque pienso que no era esa su intención. Descanse en paz el bueno de Juanito.
Un “largoooooo” desayuno en Arnedo nos puso en disposición de comenzar a caminar desde la famosa localidad balnearia de Arnedillo punto de inicio del recorrido donde todo “quiski” se puso las pilas dispuestos a gastarlas en mayor ó menor medida. La primera sorpresa fue el túnel del Gollizo por donde antiguamente se podía ver entrar y salir al ferrocarril de vía estrecha que unía Arnedillo con Calahorra. Y es que no hay como ser una Comunidad rica para hacer las cosas bien. El túnel perfectamente iluminado y conservado, nos dejó a orillas del río Cidacos con unas bonitas vistas de Arnedillo.
Muy pronto llegamos al Mirador del Buitre desde donde se obtienen unas bonitas vistas y se pueden observar algunos de estos impresionantes “bichos” volando en busca de comida ya que todavía nos le dejan entran a los supermercados para aprovisionarse de viandas, aunque tal vez no tardando mucho podrán encargar su comida que les será enviada por medio de drones hasta sus buitreras.
En este punto se pusieron en marcha las hostilidades en forma de “a ver quien llega antes a Arnedo”…que por supuesto fueron en esta ocasión los de la excursión corta que se subieron al autobús en el pueblo de Herce, a mitad de camino, y que cuando llegó la avanzadilla del recorrido largo, ya les habían cogido un par de cervezas de ventaja.
¡Trampa, trampa! gritaron los “tragamillas” pero la faena ya estaba hecha. Poco a poco fuimos llegando sudorosos el resto de caminantes hasta Arnedo y enseguida comenzamos a esa actividad que tanto nos gusta: “la comida”.
Después un buen rato para todo el que quiso acercarse hasta el polígono del Raposal donde se amontonan las tiendas de venta de calzado y ropa deportiva a precios que según algunos eran verdaderos “chollos” y según otros no era para tanto. El caso es que en el camino de regreso el autobús iba más cargado que cuando vinimos y más de uno presumía de las compras tan buenas que había hecho y de lo que se había ahorrado.
El regreso a Zaragoza transcurrió sin ninguna anécdota reseñable y ya todos pensando en la próxima excursión del mes de Marzo: Barranco Cardoso y Piedra del peruano.