NÚMERO DE ASISTENTES: 69
Para no perder las buenas costumbres, la primera excursión para comenzar el año no podía ser otra que continuar con nuestro peregrinar por el Camino del Cid y como el pasado año “lo dejamos” en Burbáguena, pues este año tocaba comenzar allí y terminar en Calamocha.
Nada menos que sesenta y nueve animados senderistas nos dimos cita anticipándonos a la borrasca “Gloria” que a partir del día siguiente amenazaba con “arrasar” a media España. Ni cortos ni perezosos nos dirigimos… a comernos el “bocata” en Daroca regado con el buen vino de la tierra, que lo primero es la devoción y luego la obligación.
Una vez con la reserva llena, nos acercamos hasta Burbáguena donde dieron comienzo los dos recorridos clásicos por la comarca del Jiloca. Poco duró la tregua, apenas 500 metros, cuando la furia de los “tragamillas” se desató violentamente y como alma que lleva el diablo comenzaron la competición para ver quien se tomaba la primera cerveza en Calamocha. Hasta la hora de comer ya no supimos más de ellos.
El resto como de costumbre, se tomó las cosas con más calma y aprovechando que la mañana era muy propicia para caminar, siguiendo el curso del río Jiloca entre “charradas” y fotos nos fuimos acercando a Luco de Jiloca un pueblo que sorprendió muy gratamente a todos que no lo conocían, porque desde la entrada donde la Casa Grande da la bienvenida a los forasteros hasta la ermita de Santa Bárbara en lo alto del pequeño pueblo, fuimos descubriendo las curiosidades que encierra este lugar: la exposición abierta sobre el cultivo del cáñamo y la vid, la ermita de Santa Bárbara que muy gentilmente nos enseñó una vecina de la localidad, la cual nos explicó la reconversión de la ermita en Museo del Carnaval de Luco con el “Zarragón” como protagonista máximo del mismo. Por si fuera poco, las vistas desde la balconada de la ermita son realmente hermosas. Y no contenta con todo ello, nos abrió las puertas de la Iglesia de la Asunción para “presumir” de la bonita iglesia de su pueblo donde tienen hasta órgano y alrededor de la misma una serie de curiosas esculturas en piedra y forja le otorgan un plus de interés.
No terminaron ahí las sorpresas, pues tres kilómetros más adelante descubrimos el paraje de Entranbasaguas con el puente romano de tres ojos sobre el río Pancrudo que un poco más adelante desemboca en el río Jiloca y la ermita de la Virgen del Rosario, donde los de la excursión CORTA decidieron que ya era bastante para comenzar el año.
El resto, continuamos hasta llegar a Calamocha donde nos estaba esperando otro puente romano más modesto (éste sólo tiene un ojo) donde ¡como no! también fue objeto de numerosas fotos, incluida una de “minigrupo”.
Ya sólo quedaba llegar hasta el Hotel Lázaro que nos estaba esperando con una comida contundente y abundante, donde más de uno se “zampó” hasta tres platos de puchero de pueblo.
A la hora de los postres y fiel a su cita anual, apareció nuestro bodeguero especial Jesús Iglesias, con sus exquisitos licores de hierbas y frutas; fiel a su costumbre en esta ocasión nos volvió a sorprender con dos nueva especialidades: el innovador licor de naranja y el no menos innovador licor de miel, que unido al orujo de hierbas y al de café despertaron aún más las lenguas hasta de los más tímidos y tal vez por eso, en el camino de vuelta transcurrió más tiempo del habitual en apaciguarse el estruendo de las conversaciones. La merecida ovación cerrada (incluyendo algunos aullidos de agradecimiento) que se llevó para su casa el bueno de Jesús es de las que se recuerdan durante mucho tiempo. Yo creo que hasta se emocionó un poco.