NÚMERO DE ASISTENTES: 56
¡Pero que ganas de fiesta tenemos la gente de L’Andada! Abrir el periodo de inscripción para esta excursión de senderismo urbano “light” y producirse una avalancha de participantes fue todo uno, eso sí la inmensa mayoría a la pregunta obligada de “¿Vais a venir a andar?” la respuesta con distintas variantes era la misma: “No, es que no me deja mi madre”; “No, es que me ha dicho el médico que me cuide las rodillas que sólo hay dos para toda la vida”; “No, es que si ando me canso y luego no tengo gana de comer”….
No quiero seguir enumerando más “curiosas” excusas esgrimidas por algunos y algunas de nuestras gentes para no “cansaros” yo también. El caso es que hubo que volver a llamar a los profesores de la Escuela de Hostelería del TOPI-Picarral un par de veces más hasta que me dijeron: “Como máximo 60 personas…hasta que agrandemos el local, dentro de un par de años”.
Así las cosas, llegó el día de la excursión y contra todo pronóstico, 12 “aventureros” se decidieron a realizar la suave caminata desde el comienzo en el Puente del Tercer Milenio. ¡Qué listos! Porque la mañana estaba preciosa con un sol radiante que se unió a los caminantes y que le dio un plus de belleza al paisaje otoñal que había alfombrado de amarillo el suelo de las choperas que se asoman al río Ebro y que unido a las que quedaban todavía en la mayoría de los árboles que rodean el recinto de la antigua Expo, “provocaban” a los adictos a la fotografía a “desenfundar” sus móviles y cámaras para llevarse a sus casas esas imágenes.
Así iba transcurriendo la mañana, caminando y charlando que es la otra gran actividad de nuestras excursiones. Al llegar al Puente de la Almozara, se unieron otras dos personas más y ya en el Puente de Piedra, se llegó a la asombrosa cifra de “docena y media”.
Por supuesto, en la puerta de la Escuela de Hostelería, estaba el resto de la muchedumbre. ¡Esto parece una boda! Dijo uno. ¡Buah! En cuantas bodas habrá menos gente, apostillo otra. El caso es que entramos a la sala donde ya nos estaba esperando un “ejército” de chicas y chicos que se habían pasado la mañana preparando el menú que en esta ocasión llevaba el sugestivo nombre de: “Una historia de otoño”, donde las setas eran el hilo conductor bien auxiliadas por otros ingredientes (berenjenas, solomillo de pato, ciervo, lombarda, etc.) que como dicen ahora los entendidos “maridaban” perfectamente con las “trompetillas”, “níscalos”y “rebozuelos” acompañados de los ricos vinos de Cariñena, Borja e incluso cerveza alemana. .
El arroz caldoso de níscalos y solomillo de pato fue sin duda el plato estrella, pero del resto de entrantes, aperitivos y plato principal, quedó muy poco sobrante, por no hablar del postre que desapareció por arte magia de los platos.
En suma, que el personal quedó satisfecho y algunos que no quieren engordar, a la salida quisieron “quemar calorías” a toda costa, llegando incluso a ir caminando hasta…la parada del autobús. ¡Qué fuerte! ¡Que fuerza de voluntad!