NÚMERO DE ASISTENTES: 68
Este año tocaba. Mariano Alcubierre nos propuso un nuevo recorrido por los alrededores de su segunda residencia y como lo tenemos tan claro que cuando Mariano propone algo, siempre son recorridos “pata negra” enseguida le dijimos que adelante con los faroles.
Para mas garantías, contó en esta ocasión con el inestimable punto de vista femenino que aportó esa rubia que le suele acompañar desde un buen puñado de años (Merche creo que se llama) que además se encargo personalmente de guiar a los de la excursión CORTA, que por cierto en esta ocasión estuvo muy igualada la participación con el recorrido LARGO.
La jornada comenzó con el “sagrado desayuno” no porque lo celebráramos en la iglesia de Ayerbe, sino porque si una cosa tenemos claro los de L’Andada es que lo primero es la devoción (léase almuerzo, cerveza al final del recorrido, comida y algunos hasta chupito) y después la obligación, ó sea caminar…si queda tiempo, que siempre queda, faltaría más.
Una breve parada para sacar la foto de Agüero protegido por sus espectaculares mallos antes de comenzar a caminar, fue el preámbulo de una hermosa mañana de senderismo donde además nos acompañó una climatología de lo más amable. Así las cosas, sólo quedaba dejarnos conducir por donde Mariano y Merche nos quisieran llevar y disfrutar del hermoso paisaje, de los colores otoñales que empezaban a entreverse y de la charla amigable cuando las cuestas lo permiten.
Ambos recorridos fueron del agrado de la concurrencia que pudo conocer ó reconocer esta preciosa zona prepirenáica donde los guías daban toda clase de explicaciones a los más curiosos. Así fuimos adentrándonos en el Barranco Pituelo, una espectacular grieta que atraviesa el paisaje con enormes simas y espectaculares cuevas donde el personal se hizo fotos abundantes. La falta de agua, impidió ver correr las cascadas de las que sólo se adivinaba el rastro que con el paso de los años ha erosionado el curso de las mismas, pero contra eso ni siquiera Mariano pudo hacer nada.
Un breve descanso para el refrigerio habitual antes de continuar recorriendo la sierra de Santo Domingo, hasta que en un momento dado, Mariano “ordenó” tomar el camino de regreso hasta Agüero donde ya tenían preparada la cerveza bien fresquica para quitarnos el polvo del camino.
Ya sólo quedaba acercarnos hasta el vecino pueblo de Riglos, donde nos estaban esperando sus famosos mallos donde como siempre no faltaban los escaladores intentando llegar a lo más alto de los mismos. Pero enseguida “pasamos” de los escaladores para entrar a comer al Refugio de Riglos una apetitosa comida casera servida con diligencia por el personal del refugio.
Todavía nos quedó tiempo para hacer una parada en Ayerbe y dejar sin tortas ni pan a los vecinos del pueblo que tomaron buena nota de la matrícula del autobús para prohibirle el paso en el futuro, ya que tuvieron que marchar a comprar el pan para la cena al pueblo de al lado. Lo que ellos no saben es que era el último viaje de este autobús al que le ha llegado la hora de la sustitución por otro más moderno.
Sólo quedaba ofrecerles a Merche y Mariano una merecida ovación por lo bien que lo habían hecho y de paso “comprometerlos” para que sigan invitándonos a seguir conociendo otros rincones de la zona que tan bien conocen.