21-09-2019 Astun – Pico de los Monjes

NÚMERO DE ASISTENTES: 43

 

Como suele ocurrir todos los años, el verano parece agudizar la pereza en parte de nuestros fieles seguidores a los que les cuesta tanto trabajo volver a la buena senda de las andadas como a algunos niños el regreso al colegio.

Pese a los desvelos de María José y Norberto por amontonar los atractivos de sus recorridos (ellos siempre se preparan 4 ó 5 alternativas distintas para no dejarnos demasiado “averiados” en esta primera cita otoñal) fuimos al final 43 los participantes en esta excursión.

No sólo la pereza contribuyó a la baja participación, sino que los meteorólogos pusieron su “granito de arena” con sus predicciones catastróficas para el fin de semana que revistieron de agua abundante en la zona pirenaica. Y una vez más y van…. volvieron a fallar estrepitosamente, porque afortunadamente la lluvia brilló por su ausencia durante toda la jornada y lo único que “mojó” a nuestra gente fue el vino durante la comida.

La mañana comenzó dedicándole un emocionante minuto de silencio al recuerdo de nuestra compañera Pilar Maldonado que el pasado mes de julio nos dejó después de habernos acompañado en infinidad de excursiones a lo largo de muchos años. Descanse en paz.

Después de almorzar con buen apetito en la Cafetería “El Andén” de Canfranc-Estación, nos trasladamos a la estación de esquí de Astún para dar comienzo a los recorridos previstos y nada más dar el pistoletazo de salida, comenzó la división del personal. Como de costumbre, María José se llevó el gato al agua de la mayoría de participantes (alrededor de 30) lo cual “cabreó” a Norberto que sólo consiguió arrastrar a una docena.

Comienza la excursion

¿Consecuencias? pues que comenzó a “meter caña” en la subida al Ibón de las Truchas lo que provocó que media docena se pisaran la lengua antes de conseguir articular las palabras mágicas: “Coño, afloja que nos vas a matar”.

Primera parada para posar

Obediente como pocos, Norberto “frenó” y ya sólo hubo que volvérselo a recordar media docena de veces. Con fuertes resoplidos llegamos al Ibón de las Truchas y allí nos reagrupamos para ya por territorio más “amigable” alcanzar el Ibón de Escalar también conocido cono el Ibón de las Ranas, punto de refrigerio, de fotos y de replanteamiento de objetivos.

Ibón de Escalar

Después de mirar el reloj y la cara de los senderistas, se decidió continuar hasta el Col de Los Monjes, un extraordinario mirador sobre territorio francés donde el Midi d’Osso es el rey, aunque en esta ocasión parecía tener un ataque de vergüenza y se cubrió de nubes que nos impidió verlo en todo su esplendor. No obstante el paisaje nos compensó de sobras del esfuerzo empleado en llegar hasta allí.

Invadimos Francia

El regreso ya fue coser y cantar llegando al restaurante del Hotel Villa de Anayet con la “gana” en su punto para dar comienzo al consabido recital de comer y beber sin dejar ni rastro de los platos que nos sirvieron y que una vez más complacieron a la muchachada.

Aún hubo tiempo después de la comida para los solicitadísimos masajes de María José a la que cada año se le amontona el trabajo más y más. Ella tan complaciente, sólo paró de dar masajes en la escalera del autobús cuando este hizo amago de arrancar.

Y ya sólo quedaba el regreso a Zaragoza que fue de lo más pacífico gracias a los efectos del cansancio…y del vino de Cariñena servido en la comida que contribuyó lo suyo a la siesta colectiva de la mayoría de los colegas.

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