NÚMERO DE ASISTENTES: 49
Después de algunos años, el compañero Bernardo se decidió a preparar una excursión por Tobed, un pueblo con mucho mérito porque acoger como hijo adoptivo a un elemento como Bernardo indica que como mínimo son gentes con una buena dosis de paciencia, si bien es igualmente cierto que pocos nativos de Tobed harán tanta y tan buena propaganda de esa tierra de la comarca de Calatayud.
En esta ocasión, Bernardo nos sorprendió con un recorrido que partiendo de Santa Cruz de Grio, nos fue adentrando hasta las orillas del río que da apellido a este pueblo que a pesar de la cercanía con Tobed, pertenece a la Comarca de Valdejalón.
Pocas veces había visto el bueno de Bernardo tanta agua (es un decir) por el camino que conduce hasta Tobed y hubo que “chapotear” un poco en un par de ocasiones antes de comenzar a avistar las primeras casas de Tobed y la figura inconfundible de su Iglesia de la Virgen, una excelente muestra de arte mudéjar.
En este punto, algunos componentes de L’Andada (los más “flojos”) decidieron que ya habían pasado bastante calor y con la excelente excusa de hacer la visita guiada del pueblo, donde se incluía la panadería “de lujo” y el bar con una terraza espectacular, pues dejaron a los “insaciables tragamillas” que se brearan durante un buen rato hasta llegar a la Fuente de Molina, un popular paraje acondicionado como área de descanso junto a un refugio forestal donde nos estaban esperando tres murciélagos colgando de su techo.
Los 17 valientes que llegamos a este punto, pudimos dar fe de la inteligencia de las gentes del lugar que suben hasta este paraje…pero en coche y después de refrescarnos e hidratarnos convenientemente con el agua de la fuente, sólo hubo una manera de “arrancar” de allí: recordando al personal que los del restaurante se habían negado en redondo a subirnos la comida hasta la fuente.
Así las cosas, emprendimos el regreso que en cuanto comenzó a notarse el aroma de la cerveza fría que salía del bar de Tobed, puso alas a más de uno, pero vana ilusión, porque la hora se nos había echado encima y quedó el tiempo justo para que Bernardo (que en el fondo es un pedazo de pan) entrara a su casa para sacarnos una caja de cerezas “fresquicas” que hicieron que su número de “likes”aumentara una barbaridad y más que hubiera logrado si la caja hubiera “rulado” convenientemente, pero un extraño atasco en la zona del fondo del autobús hizo que las protestas duraran hasta la entrada a Almonacid de la Sierra, con poco éxito ya que no hubo manera de volver a echarnos más cerezas a la boca.
En el “Mesón de los 20 platos” para paliar el déficit de la cerveza, nos estaban esperando con unos cuantos cuencos de sopa “calentica” que hizo desaparecer como por encanto “el frío” pasado durante toda la mañana, de tal manera que cuando llegaron el resto de viandas, comenzó la habitual sesión de magia que tiene lugar en todas nuestras excursiones: la comida desaparece como por encanto.
Después de dar buena cuenta de las ensaladas, garbanzos, carrilleras y bacalaos, todo bien regado con vino de la tierra, llegó la hora de los postres y más de uno, pudo ¡por fin! comer cerezas aunque nada tenían que ver con las de Bernardo, salvo que llevaban rabo y tenían hueso dentro.
Una cerrada ovación se llevo el bueno de Bernardo cuando todo el autobús sin excepción se puso de acuerdo para agradecerle todo el “mal” que se había dado para que la jornada fuera perfecta y eso que muchos no sabían que incluso había retrasado el parto de la dueña del bar de Tobed para no tener que buscar deprisa y corriendo otro lugar para desayunar.
Con los mejores deseos para el verano que se nos está echando encima y que hace que la actividad de Senderismo se aparque hasta Septiembre, nos despedimos con fuertes abrazos al llegar a Zaragoza.