NÚMERO DE ASISTENTES: 67
Todo el mundo de nuestro grupo de senderismo sabe ya por experiencia, que cuando Conchita e Isidro se comprometen a preparar una excursión hay que procurar no perdérsela, porque ellos sólo saben hacer las cosas de una manera: la mejor. Y es por ello que cuando salió anunciada la excursión, hubo gente que se instaló la noche anterior con su tienda de campaña en las inmediaciones de la plaza de toros para no quedarse sin plaza; bueno no tanto, pero casi, porque lo cierto que en poco más de una hora las plazas que quedaban para llenar el autobús de 68 se podían contar con los dedos de una mano.
Y llegó el día de la excursión. Los expertos en pronosticar la meteorología ya llevaban anunciando toda semana un tiempo soleado y en esta ocasión no se equivocaron, aunque a Isidro y Conchita esto no les sorprendió en absoluto (ellos entienden de conjuros para llevarse la lluvia lejos de los recorridos que preparan).
La mañana estaba realmente espléndida cuando nos recibió el mismo Cid Campeador a la entrada del pequeño pero agradable pueblo de El Poyo del Cid y cuando comenzamos a caminar, una ligera brisa se alió con nosotros para hacer más agradable los dos recorridos, de tal manera que tanto los que se decidieron en seguir a Conchita camino de Calamocha, como los que seguimos a Isidro como cordericos hacia la sierra de Valdellosa disfrutamos de lo lindo.
La subida hasta el Peñón del Soldado hizo resoplar a más de uno de los participantes, pero cuando llegamos al punto geodésico instalado en la cima del Peñón, las vistas que pudimos disfrutar compensaron el esfuerzo realizado. Desde allí surgieron como por encanto a través de una ligera neblina que les daba un punto de misterio, los pueblos de Calamocha y Fuentes Claras, la ermita de Nª Sª del Moral y en la otra cara la Laguna de Gallocanta y el pueblo de Bello.
Después de las consabidas fotos y un pequeño refrigerio, se comenzó el descenso camino del segundo objetivo de la jornada: el cerro de San Esteban con ermita incluida a la que se llega después de una subida que a alguno le costó digerir, pero como luego ya todo era bajada hasta El Poyo del Cid donde además estaba esperando el aliciente de un sorprendente bar con unas estupendas tapas y una cerveza bien fresca, el descenso fue visto y no visto, incluso algunos “listos” cogieron un atajo para no quedarse sin tapas.
Mientras los de la “corta”, ya hacia rato que habían llegado a Calamocha y dedicaron una buena parte de la mañana a descubrir alguno de los encantos de este lugar como las tiendas de estupendo jamón, su Puente Romano, el Lavadero de lanas, su bien cuidado parque ó la magnífica iglesia de donde un matrimonio se volvía a “recasar” 50 años después de la primera boda. Fueron felicitados por nuestra gente porque esa contumacia no se ve todos los días y preguntados como se conseguía llevar tanto tiempo casados, la respuesta fue poco romántica, pero seguramente cierta: ¡aguantándonos el uno al otro!
Ya sólo quedaba terminar la jornada con una buena comida en el restaurante Lázaro y a juzgar por lo que quedó de sobras en los platos, se deduce que fue del agrado de todos, porque yo ví con mis propios ojos como la dueña del restaurante les daba diez euros a cada uno de sus perros para se fueran a comprar algo y que no se murieran de hambre.
La ovación que se llevaron en el autobús Isidro y Conchita, fue el mejor reconocimiento de que el día había salido redondo y ellos tan contentos porque son de esas personas que les gusta hacer felices a sus amigos y el grupo encantado de poder contar entre nuestras filas con gente como ellos.