NÚMERO DE ASISTENTES: 52
¡Pero como nos va el “barro” a las gentes de L’Andada! En cuanto se anuncia una comida, da igual que sea en la Escuela de Hostelería de Miralbueno, que en el T.O.P.I. del Picarral, que en Sebastopol; nuestra se gente se “moviliza” (¿o debía decir más bien que se inmoviliza?, lo digo porque lo de venir a caminar…eso es harina de otro costal).
Sea como sea en esta ocasión fuimos 52 los participantes que acudimos a la convocatoria y ¡oh, sorpresa! nada menos que 15 se presentaron a la hora indicada en el Puente del Tercer Milenio para dar buena cuenta de la docena de kilómetros programados en el recorrido hasta la Escuela de Hostelería del barrio del Picarral. Luego en distintos puntos se fueron uniendo otras 6 personas más así que cuando llegamos a la escuela la cifra había aumentado hasta los 21, todo un record.
La ruta resultó de lo más agradable porque el sol se empeñó en acompañarnos durante toda la mañana y como además los alicientes de la ruta eran de lo más variado (puentes, catedrales, nuestro padre Ebro, torres monumentales y naturaleza en estado bastante puro) nadie protestó ni se oyeron las famosas cantinelas de ¿Ya llegamos? ¿Falta muchoooo? Incluso varias personas que no conocían el Soto de Cantalobos, se sorprendieron agradablemente de ver que muy cerca del corazón de la ciudad hay un espacio verde tan bonito como desconocido.
La jornada se desarrolló entre risas y bromas como suele ser habitual y conforme se iba acercando la hora de comer, la velocidad de crucero iba aumentando hasta tal punto que a alguno hubo que tirarle un par de piedras para que frenara porque llevaba trazas de marcharse a comer a Tudela. Pero la nota más sobresaliente de la mañana la pusieron dos mujeres más valientes que nadie, ya que después de hacerse la caminata y demostrando una fuerza de voluntad a prueba de bombas, se marcharon a sus casas dejando la comilona para mejor ocasión; como se oía en los corrillos que se habían formado en la puerta del restaurante: ¡ya no quedan mujeres así!
Una vez dentro del restaurante, sentados a las mesas decoradas con sumo gusto, llegó el momento que todo el mundo estaba esperando: el “desfile” de l@s muchach@s que están cursando sus estudios de Hostelería, bien armados con una batería de vinos, cervezas, cavas, e incluso agua (¿para que será? se preguntaban algun@s, si ya nos hemos lavado las manos al entrar) que nos iban a ayudar a acompañar los exquisitos y variados platos preparados por ellos mismos durante la mañana.
Comenzó la fiesta con unos aperitivos donde no faltó el jamón de Teruel acompañado de pan tostado y tomate, amén de unas croquetas de jamón (de Teruel, por supuesto) regados con una copa de cerveza pilsen.
Seguimos con unos entrantes donde una vieira a la plancha se afanaba en zafarse de una riquísima crema de setas mientras después un canelón de toro de lidia cubierto de germinados y chips hacía las delicias de los paladares bien regados con un vino rosado del Campo de Borja.
Como plato principal, una buena ración de cochinillo asado con patatas a la provenzal bien acompañado con un vino tinto crianza de la D.O. Cariñena que desde el primer momento se entendieron a la perfección.
Faltaba el postre para “rematar” la faena y no defraudó; una cosa que la llamaban Sorpresa de vainilla, pistacho y manzana, que se deshacía en la boca y que efectivamente “sorprendió” muy gratamente hasta a los paladares más refinados; no hacía falta, pero por si acaso alguien se atragantaba, tenía al lado una copa de cava aragonés que entraba como el agua.
Un riquísimo café puso fin a la fiesta donde no faltó a la cita una sonora ovación para l@s alumn@s de la escuela que bien se la habían ganado, por su espectacular trabajo.