NÚMERO DE ASISTENTES: 50
Una “exagerada” previsión de 30 litros de agua por metro cuadrado, nos hizo desistir de realizar esta excursión en la fecha prevista (el 7 de abril) y posponerla hasta el día 21 del mismo mes. Parece ser que el día 7 se retrasó la lluvia, pero la desconvocatoria ya estaba hecha en firme y lo cierto es que no nos arrepentimos, porque la nueva fecha nos obsequió con un día espléndido de primavera, donde el sol, las flores de los caminos y el verde intenso de los campos, se confabularon con la minuciosa labor de preparación de nuestr@s buen@s amig@s Conchi y Pedro (que no sé cómo lo hacen, pero que cada año se superan en la elección de los recorridos y en controlar todo para que no se produzcan contratiempos) para poder disfrutar de una jornada de senderismo perfecta.
Después de almorzar (algo sagrado para nuestro grupo de L’Andada) nos pusimos en marcha desde la localidad de Castillazuelo pueblo muy cercano a Barbastro en plena zona de bodegas del rico vino del Somontano. Allí comenzaron las dos andadas clásicas: “la corta” y “la larga”. Y mientras l@s de “la corta” seguían a Cochita como corderitos, l@s de “la larga” hacían lo mismo con Pedro.
L@s primer@s tomaron el camino de Ras Valls hasta llegar al salto de Pozán del Vero que estaba rebosante de agua gracias a las últimas lluvias y que provocó montones de fotos y grabaciones de video. La buena de Conchita, las pasó “canutas” para sacarl@s de allí y sólo lo consiguió prometiéndoles una visita al Centro de Arte Rupestre de Colungo, que aunque venía en el programa como much@s no se lo leen y l@s que lo leen la mayoría a la media hora ya no se acuerdan de lo que han leído, pues llenos de entusiasmo retornaron a Castillazuelo para hacer la visita prometida donde Nieves, la guía, dio todo tipo de explicaciones sobre este curioso lugar.
Mientras tanto, l@s seguidores de Pedro iban cubriendo su “santo” itinerario de ermita en ermita; ¡Qué devoción cada vez que llegábamos a cada una de las cuatro que visitamos! Ver las primeras piedras de las mismas y ponerse a rezar era todo uno, incluso a dos ó tres hubo que decirles que no era necesario llegar de rodillas hasta la ermita…salvo que quisieran despellejarse las rodillas. El caso es que tanto la ermita de la Virgen del Plano (en plena restauración) como la de la Candelero allí “arribucha” del pueblo de Salas Altas, como la restaurada Nª Sª de Dulcis en el término de Buera que ofrece unas preciosas vistas de Alquezar y su Colegiata (sin olvidar el curioso reloj de sol con un olivo dando sombra a cada una de las horas del reloj) gustaron mucho al personal. Y por último la curiosa ermita de Santa Eulalia ¡en el interior del cementerio de Colungo! fue la menos apreciada porque el olor a cerveza que llegaba desde el pueblo, puso alas a los pies de l@s sofocad@s caminantes que salieron lanzados en busca de la bien ganada jarra.
Para concluir una buena comida casera en el restaurante “A’ Olla” regada con vino de la zona y con “chupito” incluido al final de la misma, consiguió que el regreso a Zaragoza fuera de lo más silencioso, sólo interrumpido por los dos gritos de ¡goooooooool del Zaragoza! que devolvieron la ilusión a l@s sufrid@s seguidor@s del equipo.