NÚMERO DE ASISTENTES: 45
Para cerrar la primera parte de la temporada de Senderismo, habíamos programado un recorrido poco conocido de nuestro pre-Pirineo: el bosque de Ballarán.
Con la inestimablemente colaboración de José Luís Romanos, preparamos con mimo el recorrido que nos ilusionó desde el primer momento pensando que tendría una gran aceptación, pero debido a que el viaje a Rumania de nuestra sección de viajes culturales, terminó apenas 30 horas antes del comienzo de esta excursión, algun@s de nuestros más fieles senderistas que participaron en el viaje nos hicieron “pirola” por lo que “sólo” acudieron a la cita 45 fieles de la cofradía de “L’Andada”.
Las previsiones del tiempo no auguraban nada bueno, amenazando con tormentas encadenadas desde las nueve de la mañana hasta el final de la tarde, pero nuestra gente ya sabe que por lo general la suerte nos acompaña en estos temas y no se amilanó; no obstante, cuando después de desayunar en Sabiñánigo, nos dirigíamos hacia el lugar donde comenzaba la excursión no las teníamos todas consigo.
Como de costumbre el grupo se dividió entre l@s participantes en los ya clásicos recorrido “largo” y “corto” (en esta ocasión había dos) y para ambos hubo clientela. Mal comenzaba la jornada cuando apenas vadeado el río Basa por primera vez, nos estaba esperando además de una fuerte rampa, un chaparrón que hizo torcer el bigote a l@s más pesimistas, pero la cosa no fue a más y unos minutos después la lluvia cesó y el cielo se comportó decentemente para hacer más agradable el recorrido.
Bastantes senderistas llegaron hasta la ermita de la Virgen de Ballarán edificada entre los siglos XV y XVI (que indudablemente conoció mejores momentos que los actuales) donde terminaba la “corta” y a partir de ese punto sólo 13 continuaron para completar el recorrido programado. El bosque se iba cerrando pero el recorrido por este precioso bosque sorprendió muy agradablemente a los que se decidieron a continuar hasta el Collado de Serrablilla, donde algunos decidieron que se daban la vuelta mientras ocho “estalentaus” se lanzaron cuesta abajo hasta el semi despoblado pueblo de Cerésola con apenas tres casas habitadas y una iglesia que todavía se mantiene en pie.
A la entrada del pueblo nos estaban esperando un grupo muy numeroso de la población para darnos la bienvenida: un rebaño de unas 60 ovejas y el pastor que cuando vio las caras de los primeros que llegaron en cuyo rostro se leía claramente que no veían ovejas, sino ricas costillas a la brasa, salió huyendo y encerró el ganado en una nave la cual cerró con tres candados.
Después de esta inesperada acogida y de ver el pueblo con todo detalle incluida la iglesia, iniciamos el regreso hacia el punto de partida por el mismo camino de ida; las fuertes rampas hasta el collado de Serrablilla nos hicieron sudar de lo lindo siendo la heroína de la jornada, María Antonia (“la leona riojana”) que fue la única mujer en completar todo el recorrido dando una auténtica lección de pundonor y poderío terminando la excursión esprintando y tan fresca.
La comida en Sabiñánigo repuso fuerzas y la jornada se completó con la visita al Museo Ángel Orensanz que sorprendió a los que no conocían este museo etnológico sin duda uno de los mejores de España en su género. Terminar la visita al museo, subir al autobús y comenzar a gotear fue todo uno y cuando el bus subía las primeras rampas del Monrepos, la lluvia arreció hasta casi hacerse de noche y ya no dejó de caer con fuerza hasta las puertas de Zuera; llovía a mares y tod@s suspiramos aliviados de que esta lluvia no nos pillara en plena excursión porque el descalabro hubiera sido tremendo. Está claro que algunos de nuestr@s asiduos senderistas que desgraciadamente ya no están entre nosotros, desde ese lugar donde ahora quiera que se encuentren, nos ayudan a que el tiempo nos sea favorable.
Al llegar a Zaragoza, nos despedimos hasta después del verano y nos conjuramos para volver en septiembre con las fuerzas renovadas para continuar con nuestra afición favorita.




