NÚMERO DE ASISTENTES: 64
Afortunadamente, cada vez son más l@s compañer@s que se ofrecen para organizar nuestras excursiones y en esta ocasión fueron Mariano Alcubierre y Fernando Aznar los que se ofrecieron “voluntariamente” (después de retorcerles el brazo hasta la altura de la nuca) a montar un recorrido por una zona que sobre todo Mariano conoce como la palma de su mano, no en vano lleva un montón de años acudiendo a Agüero regularmente para disfrutar de su preciosa mansión.
Pero Mariano, que de tonto no tiene un pelo, echó mano de nuestro amigo Fernando que lo mismo vale para “pisotear” la zona de Riglos, que la de Canfranc, que “lo que le echen” como muy bien dice él, sobre todo si es un buen chuletón.
Después de darle muchas vueltas a la cabeza, se decidieron por enseñarnos la Foz de Escalete, partiendo eso sí, del pueblo de Riglos para así poder deleitarnos una vez más con esa bella imagen que componen sus famosos mallos encabezados por el orgulloso Pisón, el impresionante Puro y el elegante Cuchillo para abrir boca, con el fondo de los mallos de Agüero y los mallos de Murillo todo ello adornado con un sol espléndido que ya no nos abandonaría en toda la jornada.
Comenzó fuerte la mañana desde que arrancó el autobús gracias al último disco de jotas de nuestro compañero y amigo Enrique Abós que nos ofreció lo más florido de su repertorio entre fuertes aplausos de la concurrencia. Luego una vez bien desayunados, comenzamos tod@s junt@s a caminar, cada un@ a su ritmo y pronto l@s “galgos” que se apuntaron al recorrido largo, empezaron a perderse en la lejanía, mientras que a l@s del recorrido corto les cundía más darle a la “húmeda” que avanzar. No obstante como muy bien dicen ell@s, si multiplicas el número de kilómetros recorridos al final de la jornada, por el número de senderistas, como nosotr@s somos más, ganamos en número de kilómetros recorridos. Es una buena filosofía.
Así pues, tod@s fuimos haciendo el precioso recorrido hasta el paraje de Carcavilla, acudiendo a la cita lo más típico de la zona: el “Canfranero”, l@s practicantes de rafting, la colonia de buitres y l@s escaladores intentando “conquistar” la cúspide de los mallos. En Carcavilla terminó la excursión corta y luego l@s más andarines continuamos hasta el Embalse de La Peña que en esta ocasión estaba bien surtido de agua (un 90%) lo que le daba un plus de belleza. Después de hacer algunas fotos, continuamos a la busca de la Foz de Escalete, donde el río Gállego se retuerce entre verdes prados. Un precioso paraje que gustó mucho especialmente a l@s que todavía no lo conocían.
A partir de este punto, y ya en franca subida, nos dirigimos hacia el punto más alto de la excursión resoplando por las fuertes rampas, a las que el sol les echaba una mano para hacernos sudar de lo lindo y de paso retrasarnos más de lo deseado de la hora prevista. Pero una vez llegados a la cumbre, tuvimos la recompensa con que la Naturaleza siempre premia el esfuerzo: unas maravillosas vistas que junto a los frutos secos y los tragos de agua…y de vino, hicieron recuperar el aliento a tod@s los que llegamos allí. La bajada por las inmediaciones del Cerro Triste hasta Riglos ya fue más llevadera aliviada por un buen tramo de bosque que nos protegía con su sombra de los rayos de Lorenzo. Una parada en el Cerro Leonar para hacer la foto de los mallos desde arriba y ya corriendo a todo correr hacia Riglos para llegar lo antes posible.
Allí nos estaban esperando l@s del recorrido corto, tomando el sol tan ricamente y con la sed bien saciada. Sin perder ni un segundo, nos fuimos todos juntos a comer hasta “Las Piscinas” de Ayerbe donde el amigo Jorge y su gente nos tenía preparada una rica comida (con repetición incluida para todo el que quiso) que hizo las delicias de tod@s. Luego l@s morrud@s hicieron acopio de provisiones en las panaderías de Ayerbe como si fuera a haber una guerra.
En el regreso a Zaragoza, algun@ resoplaba más que la máquina del Canfranero cuando sube por las fuertes rampas hacia el Pirineo. Fue una jornada muy bonita.