NÚMERO DE ASISTENTES: 64
Desde el comienzo de la semana, de nuevo los “hombres del tiempo” nos pusieron los pelos de punta cuando comenzaron a amenazar con importantes lluvias para el fin de semana. Más de uno comenzó a jurar en iraquí y a soltar frases como: ¡Tiene huevos, tres meses sin llover y tiene que empezar este sábado! ó la famosa: ¿Por qué no lloverá por la noche? El caso es que a pesar de la predicción apenas hubo alguna baja y 64 amig@s de nuestro grupo de senderismo nos dimos cita con una puntualidad exquisita para intentar “capear el temporal” lo más dignamente posible. Los paraguas, las capas, los gorros, las polainas y toda la parafernalia que acompaña a las excursiones cuando el cielo amenaza lluvia, estaban presentes a la hora de subir al autobús. Pero una vez más, la suerte se alió con L’Andada y salvo algún@ exagerad@, no hubo necesidad de usar todas esas prendas que tanto molestan a l@s senderistas.
Cuando llegamos a Used paramos para desayunar y allí un abuelo del pueblo ya nos vaticinó que hasta la 1 ½ ó las 2 no llovería. ¡Hostia con el abuelo!, ni que tuviera el grifo de la lluvia en su casa, lo hubiera pronosticado con más precisión. Lo cierto es que a pesar de su sentencia nosotros teníamos “la mosca en la oreja” cuando comenzamos a caminar desde Torralba de los Frailes, pero poco a poco nos fuimos desprendiendo de las prendas protectoras “antilluvia” conforme íbamos avanzando por la pista que tras pasar por la ermita de la Virgen del Agua se va internando en dirección al paraje conocido como el Torrejón del Molino donde nos estaba esperando el otoño para deleitarnos con la paleta de sus maravillosos colores que hicieron aflorar las cámaras de fotos y los móviles para almacenar en sus barrigas el espectáculo que se ofrecía ante nuestros ojos.
A partir de este punto, el grupo se dividió entre dos: mientras un@s se decantaban por un bucólico paseo por las orillas del río Piedra, las cabras de siempre se inclinaron por subir hasta el mirador del Reconquillo para desde ese punto disfrutar de una vista más amplia de las hoces del río Piedra que lucían sus mejores galas otoñales y que levantaron exclamaciones de admiración de todos los que se decidieron por llegar hasta este lugar.
Con dolor de corazón nos despedimos del mirador y continuamos descendiendo hasta el río Piedra cuyo cauce completamente seco hizo recordar a algun@ con mucha nostalgia los tiempos cuando este río era el hábitat natural de montones de cangrejos autóctonos que hacían las delicias de l@s habitantes de la zona. Lo que la civilización no ha podido todavía es destruir este entorno maravilloso cuya vegetación parece acariciar los murallones de rocas que conforman las hoces y que seguía sorprendiéndonos con nuevos colores. Faltaba el rumor de las aguas del río, pero se sustituyó por las animadas conversaciones de l@s senderistas que tienen ganas de “cascar” a todas horas y cuando llegamos de nuevo a la explanada del Torrejón del Molino, todo el mundo estaba de acuerdo en que la excursión había merecido mucho la pena.
Llegar al autobús y comenzar a gotear, fue todo uno, pero la excursión se había salvado y como el agua es tan necesaria después de un verano tan seco, pues todos contentos. Ya sólo nos faltaba el “fin de fiesta” de la comida en Daroca, en el “Hotel Cien Balcones”, donde nos sorprendieron con una buena comida donde no faltó la animada charla y los comentarios sobre la jornada, mientras veíamos como la lluvía caía sin cesar en el patio de este bonito hotel. El regreso a Zaragoza trascurrió sin incidentes y con mucho silencio provocado por la digestión de la comida, sólo alterado por algún que otro ronquido de l@s especialistas en el tema.