NÚMERO DE ASISTENTES: 57
Para terminar la primera parte de la temporada de Senderismo, decidimos programar una excursión que hace ya bastantes años, hasta en dos ocasiones el tiempo se había encargado de desbaratar: una vez fue una lluvía torrencial y la otra la nieve las que decidieron que no era el momento de que L’Andada llegara hasta la ermita de Santa Orosia. Pero buenos somos l@s “mañ@s” cuando se nos mete algo en la sesera y tozud@s y más tozud@s, nos conjuramos para que esta ocasión fuera “la buena”.
A pesar de la dureza del recorrido, hasta 57 personas se apuntaron a la excursión y cuando el autobús aún no había llegado a Huesca, la lluvía comenzó a acompañarnos entre los comentarios y gruñidos de los y las más pesimistas. L@s más moderad@s ya estaban pensando: A qué nos tenemos que quedar en el bar toda la mañana… y l@s pesimist@s diciendo: A que nos tienen que venir a rescatar l@s de Protección Civil… ¡Gentes de poca fé! Aún no habíamos acabado los bocadillos y los cafés, cuando el cielo comenzó a despejarse y pudimos comenzar a caminar sin más incidentes meteorológicos, que el calor que se empezó a hacer notar a medida que la mañana avanzaba y sobre todo cuando el camino comenzó a empinarse.
Poco a poco (salvo l@s de siempre), fuimos ascendiendo y descubriendo las ermitas que jalonan el sendero (bueno algunos/as, incluso llegaron a la ermita del Augusto…a unos 500 metros del bar) y cuando ya se comenzó a divisar la Cascada del Chorro, todo el mundo quería llegar hasta allí para disfrutar de uno de los paisajes más bonitos de la jornada y tocar las campanas de la ermita de la Cueva, y es que algun@s son como niñ@s… pero sin el como.
Todavía quedaba la parte final con las ermitas de San Blas, Santa Bárbara (nada menos que data del año 1.629), la ermita de la Cruz y ¡por fin, Santa Orosia al fondo! Que suspiros de alivio soltó más de un@ cuando vio la meta tan cercana. Y es que el calor ya apretaba de lo lindo.
Tras un rato de descanso, fotos e hidratación, emprendimos el camino de vuelta, sin olvidarnos de pasar por el mirador de la Cruz que ofrece unas espléndidas vistas del valle, con Peña Oroel al fondo y ese colorido que sólo la primavera es capaz de ofrecer. Durante la bajada, el esfuerzo más suave se prestaba para disfrutar de los millones de flores de todos los colores que salían a nuestro paso, de los preciosos paisajes y de las risas que nunca faltan en nuestras excursiones.
Llegamos al restaurante “El Rincón de Valero” con el hambre en su punto y tanto l@s “tragon@s” que optaron por el menú de sidrería, como l@s más moderad@s que se conformaron con el menú sencillo, se las vieron y se las desearon para acabar con la cantidad y calidad de las viandas que fueron desfilando por las distintas mesas, bien regadas con vino del Somontano y sidra.
El viaje de regreso fue uno de los más silenciosos que se recuerdan, sólo turbado por los ronquidos de algun@ que casi hacía levitar al autobús. Con los mejores deseos para el verano, nos fuimos despidiendo con fuertes abrazos, citándonos para el día 22 de septiembre en Canfranc donde reanudaremos la actividad de Senderismo, después de unas merecidas vacaciones.