NÚMERO DE ASISTENTES: 68
Fieles a la tradición, continuamos un año más dedicando la excursión del mes de Enero a recorrer otra etapa del Camino del Cid aragonés. Este año se hizo el camino en sentido inverso para facilitar la reagrupación de los dos grupos muy bien definidos: el de la gente sabia que reserva sus fuerzas para la hora de la comida y l@s “estalentaus” que sólo piensan en andar y venga a andar.
De cualquier manera, una vez más el autobús grande de 68 plazas se llenó hasta la bandera y mientras el día comenzaba a despuntar, fuimos dando buena cuenta del cómodo trayecto hasta Munébrega que trascurrió entre chistes y canciones de la época hippie. ¡Hierba de la de fumar! pedían algun@s para ponerse a tono con las canciones. Pero por no parar para coger unos manojos de lechecinos, se tuvieron que conformar con oír la música.
Después de desayunar en Valdeherrera, nos acercamos hasta la localidad de Munébrega que nos recibió con un cielo encapotado y unas “goticas” de agua para asustar a l@s “floj@s” de siempre. Gentes de poca fé que, gracias al Alzheimer, no recuerdan la última vez que llovió en una excursión nuestra. Apenas comenzamos a caminar, se evaporaron las gotas y poco a poco el cielo se fue abriendo hasta dar paso a un sol que parecía más propio de la primavera que del corazón del invierno; cosas del cambio climático que ya no discute ni el primo de Rajoy.
Enseguida avistamos el pequeño pueblo de La Vilueña poblado por apenas 100 habitantes al que se llega bordeando un embalse donde el agua se había ido de vacaciones. En este punto, l@s “sabi@s” decidieron darse la vuelta y después de alcahuetear el pueblo tornaron a Munébrega y desde allí el autobús l@s llevó hasta Calatayud donde entretuvieron la espera de l@s “estalentaus” recorriendo las principales pastelerías de la ciudad y algún que otro bar.
Entretanto el resto del grupo, dale que te pego al calcetín, fueron tragándose los 20 Km. previstos pasando por Valtorres y Terrer, los ríos Jalón y Jiloca, atravesando túneles, sintiendo en la cara el viento de los trenes AVE que van como balas y con mucho cachondeo en las mochilas que duró justo hasta que llegamos al restaurante “El Patio” de La Almunia donde como dice uno de los nuestros “con la comida, pocas bromas”.
Como de costumbre poner la comida en la mesa y aparecer l@s reyes y reinas de la magia fue todo uno. La exquisita comida y el vino de Mezalocha fueron despareciendo de la mesa a una velocidad más que considerable y sin siquiera decir “abracadabra”. Para rematar la faena el bueno de Jesús, nuestra estrella de la destilación, tuvo como ya viene siendo habitual todos los años, la gentileza de darnos a probar esos orujos que con tanto esmero prepara cuando llega la época y que tan buena aceptación tienen entre nuestra gente de L’Andada. No sólo trae las botellas, sino que además nos sirve uno por uno ese rico licor. Muchos elogios recibió de nuevo este año y yo creo que van parejos la satisfacción de Jesús y la de l@s que tenemos la suerte de compartir con él el fruto de su trabajo y dedicación.
El regreso a Zaragoza como no podía ser de otra forma estuvo lleno de alegría y alguna “tontada” de l@s que se pasaron con el orujo. Y casi todos pensando ya en la excursión de Febrero que transcurrirá por la Comarca de las Cinco Villas.