En esta jornada, Jesús del Barrio nos llevó por sus tierras. Lo que no nos dijo es que todo el monte era regadío.
Cuatro días sin parar de llover, prepararon un decorado que sorprendió a propios y extraños. Una red de ríos que no venían en el mapa, ni conocían los pastores, hizo que nos viéramos obligados a modificar la ruta.
Un equipo de pontoneros zapadores que demostraron gran ardor guerrero y unos perfiles psicológicos inquietantes, intentaron improvisar un puente, maniobra que, afortunadamente no consiguieron.
El puente le duró al barranco algo menos de un segundo, lo que evitó que algún «lanzao», que se cuentan en nuestras filas por docenas, nos llevara a encabezar el telediario de la noche.
Los rápidos reflejos del «Tigre» y su conocimiento de la zona hicieron que la nueva ruta que improvisó, no desmereciera en absoluto. Incluso encontramos una mascota para el grupo.