NÚMERO DE ASISTENTES: 36
Este año de 2.014 continuando con la tradición de instalar el Belén Montañero en algún lugar de nuestra tierra, le “tocó” la organización del mismo al Centro Excursionista Moncayo de Tarazona que eligió para la ocasión el bonito pueblo de San Martín de la Virgen del Moncayo que se encuentra como bien indica su nombre en las faldas de nuestro querido Moncayo.
No hubo suerte con la meteorología para celebrar como se merece esta LIII edición del Belén, pues la fina lluvia que ya nos estaba esperando cuando bajamos de los autobuses a los más de trescientos participantes en la edición de este año, no dejó de caer prácticamente en todo el tiempo que permanecimos en dicho lugar, salvó unos momentos en que el pálido sol se quiso sumar a la fiesta. Parece ser que el día anterior gozaron de un día espléndido, pero gastaron todo el sol el sábado y no quedó nada para el domingo.
No obstante, el entusiasmo y la garra de los amigos de la montaña fueron suficientes para que desafiando al mal tiempo, se comenzara a caminar por el bonito recorrido preparado por los encargados de la fiesta. La climatología de la semana anterior había dejado los caminos en un estado bastante lamentable en alguno de los tramos pero todo se fue superando y un buen puñado de andarines se decidió a caminar mientras otros preferían descubrir los bares de este pueblo que muy amablemente los acogieron bajo su protección.
Una vez terminado el recorrido, ya nos estaban esperando en el bonito y acogedor pabellón del pueblo con un refrigerio muy apetitoso organizado por los miembros del Ayuntamiento de San Martín que una vez más colocó alto el listón para los organizadores del próximo Belén.
Repuestos los líquidos y los minerales gastados durante la caminata, nos dirigimos a la enorme iglesia de San Martín de Tours donde se celebró la misa con el templo repleto de gente donde no cabía ni una aguja. Y seguidamente los componentes de varios grupos de montaña se esforzaron como de costumbre en obsequiar a los presentes con un recital de villancicos con diferentes niveles de calidad en las interpretaciones pero con empate en entusiasmo.
Para finalizar la jornada, una comida masiva en las dependencias del Restaurante “Gomar” servida con mucha profesionalidad y con abundancia de alimentos, llenó de colores las mejillas de las buenas gentes amigas de la montaña a los que no fue ajeno el bravo vino de Cariñena que corría abundante por los gaznates de los participantes en la comida.
De regreso a Zaragoza, los buenos deseos para estas fiestas que se avecinan y para que el próximo año sea más propicio para las gentes más agobiadas por el peso de esta maldita crisis que parece resistirse a desaparecer, puso fin a esta entrañable jornada.