Cuando llega septiembre, todos sabemos que tenemos pendiente la asignatura de Canfranc Estación y no por haber estudiado poco, sino por que Norberto nos está esperando con alguno de esos recorridos que con tanto mimo prepara junto a su esposa María José y con la inestimable ayuda de Fernando. Ellos siempre están dispuestos a preparar un recorrido acorde a nuestras múltiples exigencias (¡cuantos mimos para nuestra gente!) que nos haga pasar un buen día en plena Naturaleza y terminando con una comida que no desmerezca el recorrido. Bueno, pues una vez más dieron en el clavo y como encima el tiempo ya no pudo ser mejor, pues todos contentos.
La jornada comenzó con los efusivos saludos después de todo un verano sin vernos y echando de menos alguno de nuestros habituales, como nuestros queridos Pili Maldonado y Luís Aured que todos estamos deseando que se incorporen de nuevo al grupo porque sin ellos nada es igual ¡Animo chicos!
Una vez reunidas fuerzas con el desayuno, el grupo se dividió en dos, como es nuestra costumbre, y mientras unos seguían a María José hasta el Col de Ladrones, el resto guiados por Norberto y vigilados por Fernando en la cola del pelotón iniciamos el ascenso hacia la Cascada de la Negra. Pronto llegaron los primeros soplidos debido al esfuerzo de la ascensión que se hacían más llevaderos por las preciosas vistas de nuestras montañas y el rumor del río Izas salpicado de pequeños saltos de agua y en cuyo cauce se reflejaba el color intenso del azul del cielo pirenaico que lucía con todo su esplendor.
Después de un tramo durillo, la senda se fue suavizando y cuando vislumbramos a lo lejos el salto de la cascada, todo el mundo pareció acelerar para ser los primeros en ver esta bonita cola de agua. Un rato de descanso y reposición de líquidos, sólidos…y hasta gaseosos y después de las consabidas fotos todavía un grupo de nueve personas…y un perro, se aventuraron hasta el refugio de la vuelta de Iserías que a una altura de 1.900 metros nos estaba esperando para ofrecernos unas bonitas vistas de Villanúa y las montañas que rodean a este pueblo.
El descenso vertiginoso obligado por la premura de la hora, nos llevó hasta el Fuerte de Col de Ladrones donde ya nos estaban esperando nuestros compañeros que se habían quedado en la Cascada de la Negra y el guía Nacho que nos enseño el interior del fuerte mientras nos explicaba la historia de este fortín terminado de construir allá por 1.758 como defensa del valle que ha pasado por diferentes épocas más ó menos afortunadas. Ahora es propiedad el hotel Santa Cristina a donde nos fuimos a comer una vez visto el fuerte.
La comida estupenda y la conversación y las risas que siempre acompañan a nuestra gente de L’Andada nos pusieron en disposición de disfrutar de una buena siesta durante el camino hasta Zaragoza donde llegamos sin novedad, dando fin a una jornada muy bonita.