Dentro de las colaboraciones de nuestros socios en la elaboración del programa anual de excursiones, en esta ocasión le tocó debutar a Mariano Alcubierre que nos preparó una preciosa excursión por el Reino de los Mallos un lugar bien conocido por él dada su vinculación con esta zona desde hace un puñado de años. Y no sólo demostró sus conocimientos de esta hermosa comarca de nuestro prepirineo sino que además hizo gala de su entrega habitual cuando emprende una tarea del tipo que sea. Lo hizo tan a conciencia que inmediatamente le prorrogamos el contrato para años venideros (eso te pasa por hacerlo tan bien, Mariano).
Como suele ser costumbre, lo primero fue coger fuerzas con el desayuno que hicimos en Ayerbe al que añadimos una ración de sol en la terraza del bar “Las Piscinas”. Ya hirviéndonos la sangre por comenzar a caminar nos presentamos en el pueblo de Las Peñas de Riglos dispuestos a pasar un espléndido día de senderismo por la Hoya de Huesca. La bajada hasta Murillo de Gállego, provocó alguna que otra tortícolis pues es inevitable volver la vista atrás para contemplar una y otra vez el espectáculo de los Mallos de Riglos acunando al pueblo, con la Peña Rueba como madrina. Por supuesto que una de las fotos del grupo era obligada en este punto.
Una vez en Murillo, los habituales “mini andarines” al que se sumo algún “tragamillas” camuflado, se dedicaron a visitar este atractivo pueblo mientras el resto continuaba con el itinerario previsto hasta Agüero acompañados por un sol que conforme avanzaba la mañana iba calentando de lo lindo. Pero el paisaje estaba tan hermoso que todo el esfuerzo se daba por bien empleado. Ese momento en que aparece el pueblo de Agüero rodeado con los mallos al fondo, son de esas imágenes que se te quedan grabadas durante mucho tiempo en la mente.
Una vez en el pueblo, todavía hubo 11 jabatos que se decidieron a dar la vuelta a los mallos superando una empinada pendiente que se hizo más dura porque el calor ya apretaba a base de bien. En este caso la recompensa fue doble: por un lado, disfrutar de la visión de los mallos por todos sus ángulos y la segunda disfrutar con la degustación de la fresca cerveza del bar del pueblo regentado por Angelines, una mujer con un sentido del humor y un desparpajo que hacía duelo marcharse del local. Pero la comida nos estaba esperando en Ayerbe y la “gana” estaba en su punto, así que en un pis-
Todavía nos quedaba la visita guiada de Ayerbe que con las explicaciones que Gabi el guía nos ofreció, sobre la historia del pueblo y las correrías del pequeño Ramón y Cajal (“Santiagué” para los vecinos de Ayerbe) completó una jornada realmente bonita.
El regreso a Zaragoza estuvo acompañado por los nervios de los hinchas del Barcelona y Atlético de Madrid que se mordían las uñas por turnos (algunos con disimulo) conforme iba cambiando el resultado. Al final como ocurre de uvas a peras, venció David a Goliat con la consiguiente alegría de unos y la decepción de los otros. Y eso fue todo, que no fue poco.