Van pasando los años, pero las ganas de ir a comer a la Escuela de Hostelería de Miralbueno no disminuyen pues cualquier excusa es buena para juntarse un puñado de compañeros y amigos con el buen propósito de pasar un día juntos, caminar lo que a cada uno le pide el cuerpo y después dar buena cuenta de los ricos y sofisticados platos que preparan con todo esmero los alumnos y profesores de la dicha escuela.
En esta ocasión el paseo matinal dio comienzo en el Parque Labordeta a donde acudieron 17 participantes dispuestos a caminar un buen rato con la sana intención de “hacer gana de comer”, es un decir, ya que cuando se trata de dejar alto el pabellón gastronómico, el grupo L’Andada es de los mejores. No obstante la mañana que había amanecido fresca, (ya que en Aragón para que haga frío tienen que estar cayendo chuzos de punta) fue templándose gracias a los buenos oficios del sol y de la buena marcha emprendida por el grupo que se fue internando por el interior del parque, subiendo por la cuesta del Rincón de Goya hacia el Cabezo de Buenavista, de manera que cuando llegamos a la balconada del Cabezo, ya empezaban a sobrar algunas bufandas.
Continuamos hacia el Jardín de Invierno que está bonito hasta cuando hiela y cruzamos el Canal Imperial de Aragón entrando en los Pinares de Venecia hasta llegar al Parque de Atracciones. Más de uno/a se sorprendió de lo agradable que resulta un paseo por esta zona de nuestra Zaragoza aunque sea en esta época del año; las vistas del Canal desde lo alto y los espléndidos pinos hacen de esta zona un rincón que más de uno se lo anotó para volver a recorrerlo. Reagrupamiento en el balcón del Monumento a la Legión con la correspondiente foto de familia y ¡hala! a bajar hacia el Paseo de los Reyes de Aragón para reencontrarnos con el Canal y alcanzar la Fuente de los Incrédulos donde otros cinco colegas se unieron al grupo para “quemar” algo de la gasolina que luego nos íbamos a meter al depósito.
El recorrido continuó por la margen derecha del Canal con animada charla y las risas que nunca faltan. Poco a poco nos acercamos al Anillo Verde en las proximidades de la Cooperativa del Taxi y china-
La proximidad de la Escuela de Miralbueno aceleró la marcha y cuando enfilamos la cuesta que termina en la Escuela, se oían unos sonidos intestinales que siempre aparecen cuando se acerca la hora de comer. En la puerta nos estaban esperando otros 19 compañeros de esos que casualmente aparecen a la hora de comer y tras una pequeña espera tomando el sol invernal, los alumnos de la escuela nos recibieron con un cóctel de bienvenida, seguido de cinco platos muy elaborados y que supusieron como siempre una mezcla de sabores y texturas que agradaron a la concurrencia, todo bien regado con vinos de la tierra: blancos, tintos, cava, moscatel ¡e incluso agua!
Los elogios a los alumnos de la escuela capitaneados por su profesor fueron unánimes y nos conjuramos para volver en primavera para comprobar los conocimientos adquiridos durante el curso por este grupo de alumnos.