Como todos los años, la excursión de Enero tuvo un éxito de participación total. Se conoce que los remordimientos por los excesos cometidos durante la Navidad corroborada por los números que aparecen en nuestras básculas cuando te subes encima, motivan mucho más que cualquier recorrido que se prepare por mucho mimo que se ponga en ello.
Al final y a pesar de los pronósticos del Servicio Nacional de Meteorología que nos amenazaban con una “ciclogénesis explosiva”, que ya sólo el nombre “acongoja” y que no auguraba nada bueno (incluso se nos pasó por la cabeza la idea de suspender) sesenta y cinco valientes y “valientas” se amontonaban en el autobús cuando a las ocho de la mañana salíamos camino de Torrehermosa dispuestos a comenzar la primera etapa del Camino del Cid por territorio aragonés propuesta por nuestro querido Pablo Estornell y cuyos desvelos por que todo saliera bien nunca le agradeceremos bastante.
La temperatura era casi primaveral (14ºC) y el cielo parecía ponerse de nuestra parte durante todo el trayecto, aunque cuando paramos a desayunar en Monreal de Ariza, comenzó a gotear. La sorpresa fue cuando media hora después salimos del Hotel “Ciudad de Arcóbriga” donde habíamos desayunado y un viento frio y racheado acompañado de lluvia nos sorprendió bajando la temperatura ¡10ºC! Los ánimos cuando subimos al autobús, estaban más bajos que los índices de popularidad de nuestros políticos.
Pero la gente de L’Andada no rebla fácilmente. Ni cortos ni perezosos el autobús nos acercó hasta Torrehermosa y tras deliberar durante unos minutos, se decidió comenzar la excursión pese a que la lluvia seguía cayendo aunque con menor intensidad. No obstante un grupo bastante numeroso decidió quedarse en el autobús y dejar el Camino del Cid para mejor ocasión.
Aún no habíamos caminado un par de kilómetros cuando la lluvía cesó y ya no volvió a hacer acto de presencia en el resto del día, así que los andarines obtuvimos el premio a nuestro atrevimiento y la excursión continuó siguiendo las huellas del Cid con la alegría y las ganas de “cascar” que siempre tiene nuestro grupo. Poco a poco nos fuimos acercando a Monreal de Ariza, pero un desvío poco antes de llegar, nos llevó hasta los restos de la Ciudad celtibérica y romana de Arcóbriga cuya antigüedad algunos historiadores cifran en el siglo IV a.C. Hicimos el recorrido por su Teatro, el Templo, la base de algunas casas romanas y sobre todo las Termas que es la parte mejor conservada. Fue una visita interesante y sorprendente pues la mayoría ni siquiera habíamos oído hablar de este asentamiento y es que los aragoneses ya se sabe que somos muy “dejaos” para lo nuestro.
Desde Arcóbriga, la siguiente parada era Monreal de Ariza cuya efigie de su Castillo nos recibió desde lo alto y aquí unos cuantos/as decidieron dar por finalizada la caminata, mientras los “devoramillas” de siempre continuaron atravesando las calles del pueblo y continuando hasta Ariza distante unos cinco kilómetros con buen ritmo que se fue incrementando cuando se avistaba la silueta de este pueblo y es que las ganas de comer ponían alas en los pies de mas de uno que ya percibía el aroma de la comida. No defraudó la comida (algunos repitieron de ambos platos) con una concurrencia más numerosa que algunas bodas.
Después de comer, nuestro compañero nativo de Ariza, Ángel Yague nos acompañó a visitar “su pueblo” dándonos un montón de explicaciones de los lugares más emblemáticos del Casco Histórico: las iglesias, la muralla, el castillo, la judería y culminando la visita con la ascensión hasta el mirador del castillo con una magníficas vistas el pueblo y sus alrededores. Una nube soltó un poco de agua pulverizada pero a cambio nos obsequió con un bello arco iris que puso fin a la visita y a la jornada senderista.