¡Que ganas teníamos de volver por el Somontano de Barbastro! Desde aquel fin de semana ya tan lejano de Mayo del año 2.007, donde esta misma excursión tuvimos que dejarla para mejor ocasión por culpa de la intensa lluvia, teníamos la espina clavada y pensamos que ya era hora de sacarnos dicha espina.
Gracias a la inestimable ayuda de nuestro compañero Pedro “el Barbastrense” que se brindo a colaborar con nosotros en la preparación, pudimos cumplir nuestro deseo y sin pensárnoslo dos veces, elegimos finales de marzo para llevar a cabo este recorrido.
El acierto fue total, pues la Naturaleza nos regaló un día espléndido que hizo las delicias de todos los participantes que en gran número (67) se apuntó enseguida a esta excursión; y es que Alquezar tiene mucho tirón y con razón, ya que es uno de los pueblos más bonitos de Aragón.
Una vez llegados a Colungo y bien almorzados, los “menos andarines” capitaneados por Alejandro, se dirigieron primero al pueblecito de Asque y después de un despiste debido a las ganas de hablar del grupo que tanto “cascar” se le pasó por alto una señal, tuvieron que regresar sobre sus pasos y ya en la buena senda prosiguieron hasta Alquezar y disfrutando de la primavera, del paisaje y de la buena conversación que todo ayuda a la hora de disfrutar de una jornada en contacto con la Naturaleza. Total que en esta ocasión, la excursión corta se alargó bastante, casi hasta las 3 horas.
Por otro lado, los más aventureros, en esta ocasión 31, se dispusieron a dar buena cuenta de la excursión larga, comenzando por internarse en el cauce del río Vero que debido a las escasas lluvias del pasado invierno llevaba muy poca agua. No obstante el paisaje entre tremendos farallones horadados por infinidad de cuevas, presentan un paisaje delicioso y los cinco cruces del río, así como la bajada por la cuerda “rapelando”, propiciaron más de una foto “a la caza” del que metiera la pierna hasta el corvejón en las frescas aguas del Vero.
Luego una fuerte subida nos dejo camino de la ermita de San Caprasio y de las Cuevas de Arpán y del Trucho antes de bajar hasta el Barranco de Lumo que estaba completamente seco cuando en otras ocasiones se utiliza para hacer aguas bravas, pero el cambio climático y la sequía tienen estas cosas. El final del Barranco (ó el principio según se mire) es realmente hermoso y cuando llegas al Puente de Villacantal con esas aguas color verde esmeralda, sientes que la caminata ha estado bien empleada sólo por disfrutar de esta hermosas vistas.
Pero cuando desde lo alto de este puente levantamos la vista y vimos la cuesta que había que subir hasta llegar a Alquezar, más de cuatro juraron en arameo y otros idiomas extraños, que no les volveríamos a engañar con eso de “las suaves cuestas”. No obstante, salvo para 2 ó 3 participantes que cogieron una pájara de campeonato, el resto aunque cansados y sudorosos llegaron a Alquezar en un tiempo prudencial y con la ganica de comer en su punto. Una ensalada que sentó como Dios y un buen plato de ternasco asado con patatas, todo bien regado con vino del Somontano, hicieron recuperar las fuerzas y el ánimo, por no mencionar una vez más las ganicas de “cascar”.
La visita guiada de Alquezar fue el colofón a esta jornada de senderismo que quedará en el recuerdo de todos por una temporada larga. Y aún quedaba otra de las emociones fuertes del día: escuchar por la radio durante el viaje de vuelta el partido del Zaragoza en Gijón, que vamos, con lo que sufrimos hasta que el árbitro pitó el final del partido, ya podemos decir que nuestro grupo tiene los corazones a prueba de bombas, pues entre la paliza de la mañana y las emociones de por la tarde…¡vamos, que nos van a tener que matar a cañonazos!