Siguiendo la buena costumbre establecida este año 2.012, en esta ocasión se decidieron a planificar la excursión del mes de febrero, los amigos Conchita e Isidro, asiduos senderistas y empedernidos montañeros de nuestro grupo de L’Andada.
¿Qué recorrido preparamos? me decía el bueno de Isidro a finales del año pasado. Enséñanos tu patria chica, le dije sin dudar, sabedor de que fuera cual fuera la zona elegida, el esmero y el cariño que tanto Conchita como Isidro iban a poner en la preparación de la excursión estaba fuera de toda duda, ¡buenos son ellos!
Por fin llegó el día de la excursión después de 20 días de intensos fríos, pero nuestra gente de L’Andada siempre le pone al mal tiempo buena cara y a pesar de fletar el autobús de 68 plazas, todavía se quedó alguna persona sin poder asistir a la excursión; una pena porque el entusiasmo de nuestra gente pareció empujar al frío a otras latitudes y un día soleado nos recibió cuando nos pusimos en marcha hacia la comarca del Jiloca para recorrer la zona próxima a la Laguna de Gallocanta.
Una vez almacenadas calorías en Calamocha con un buen desayuno, los participantes en la excursión corta con Conchita al frente, empezaron su recorrido en las proximidades de Tornos para dirigirse al observatorio del Cañizar y continuar hasta Berrueco por un camino tan cercano a la Laguna que parecía que se podía tocar con sólo alargar el brazo. Después de finalizar el recorrido, todavía les quedaron ganas y fuerza para subir hasta el antiguo castillo hoy en ruinas, donde apenas quedan los restos de algún torreón, pero las vistas desde este montículo son espléndidas y todos y todas estuvieron de acuerdo en que mereció la pena el esfuerzo.
Mientras tanto, los “devorakilómetros” necesitaban más caña y se dirigieron hasta Bello, un pequeño pueblo de la comarca, donde dio comienzo la excursión larga. Enseguida se comenzó a divisar en la lejanía, el contorno de la Laguna de Gallocanta y esto hizo acelerar a la cabeza del grupo que casi se salen del territorio de Aragón de la velocidad que imprimieron a sus pies. El resto del grupo se lo tomó con más calma, dispuestos a saborear el paisaje y la charla distendida con los caminantes más cercanos. Como siempre las risas y el buen humor estuvieron presentes durante todo el camino, mientras desfilaban ante nuestros ojos pueblos como Las Cuerlas, el observatorio de la Reguera desde donde pudimos descubrir bastantes aves, la ermita de Nuestra Señora del Buen Acuerdo y desembocar finalmente en Gallocanta donde el autobús nos llevó a reunirnos con el otro grupo para todos juntos ir a comer a Tornos.
Los comentarios de los dos grupos durante la comida coincidieron en lo espectacular de las bandadas de grullas que pudimos contemplar durante buena parte de la mañana y el alboroto que organizan estos animales cuando vuelan por encima de nuestras cabezas. Un compañero con buen humor, comentaba que superábamos con creces el alboroto de las grullas con nuestras conversaciones durante la comida y no le faltaba razón, pero eso es un síntoma claro de las ganas de vivir del grupo y del buen ambiente que reina entre todos. ¡Ojala dure muchos años!
Después de comer, todavía fuimos hasta el Centro de interpretación de Bello para contemplar un buen montón de aves que estaban pasando la tarde del sábado en la Laguna (debía ser la discoteca de las grullas) con mucho ambiente entre ellas. Con dolor de corazón emprendimos el regreso a Zaragoza, por que la verdad es que la temperatura reinante invitaba a seguir tomando el sol un rato más. Una ovación cerrada para Conchita e Isidro, por lo bien que habían preparado la excursión, puso colofón a este día tan bonito.

