Una vez más, el embrujo de la sierra de Albarracín ejerció de imán para el grupo de L’Andada lo que se tradujo en “un lleno hasta la bandera” del autobús. Lo cierto es que con la puesta en marcha de la Autovía Mudéjar, Teruel y su provincia se ha hecho mucho más asequible para estas excursiones de un día, además de menos peligrosa.
El día se presentaba con muy buenas predicciones meteorológicas y ciertamente no defraudó, pues el sol nos acompañó durante toda la jornada lo que hizo que todo el personal disfrutara de la primavera que estaba en todo su apogeo y más de una cogió color sin tener que ir a los rayos UVA.
La excursión resultó de lo más agradable. Los que hicieron la corta, entre Tramacastilla de Albarracín y Torres de Albarracín, además de llenárseles los ojos de verde durante el tramo que caminaron, luego se les llenaron de belleza paseando por las calles y recovecos de esa maravilla que es Albarracín y donde uno nunca se cansa de volver.
Los “devoramillas” que como siempre querían caminar más rato, continuaron el recorrido dejando atrás Torres de Albarracín para internarse por la sierra entre pinos y fuertes rampas que a más de uno se le atragantaron un poco, pero el cansancio se olvidó como por arte magia, cuando se llegó a la ermita de la Virgen del Carmen en lo alto de Albarracín. Desde ese mirador espectacular se puede contemplar la vista más hermosa de Albarracín que uno pueda imaginarse y luego la bajada hasta el centro del pueblo por esas calles retorcidas llenas de magia las casas con sabor medieval y esos rincones que solo se pueden encontrar en esta población, dispusieron el ánimo para ir a dar buena cuenta del magnífico menú que el amigo Raúl nos había preparado en el Hostal Suvesa de Santa Eulalia del Campo.
Como además en esta época del año, el día cunde tanto, aún nos dio tiempo para visitar después de comer el curioso Museo del Azafrán en Monreal del Campo, donde Pilar, la encargada del mismo, nos fue explicando los pormenores de la recogida de esta curiosa planta, el esbrine de las flores y el posterior tratamiento de esta especia tan apreciada y tan cara. Siempre resulta emocionante comprobar que todavía quedan personas que se empeñan en que no se olviden las formas de vida de sus antepasados y que las nuevas generaciones aprendan que buena parte del bienestar actual se debe al sacrificio que sus padres y abuelos tuvieron que hacer para salir adelante a base de esfuerzo y trabajo duro.
Las conversaciones en el camino de vuelta giraban sobre la agonía que le esperaba a nuestro Real Zaragoza y sus seguidores a partir de las 10 de la noche y las elecciones del día siguiente con esas maravillosas conclusiones que sacan los políticos según las cuales siempre ganan todos. ¡Ojala el Zaragoza pueda decir lo mismo!