Comienza una nueva singladura en la actividad de Senderismo, debido al cese por jubilación de nuestro entrañable compañero Blas al cual nunca le agradeceremos bastante todo el esfuerzo y dedicación que durante un montón de años ha dedicado a organizar jornada tras jornada las excursiones que tanto nos han hecho disfrutar. El listón lo ha dejado muy alto, así que habrá que esforzarse al máximo para no defraudar a todos los compañeros y amigos aficionados a caminar.
Para empezar, como cualquier excusa es buena para ir a comer unas pochas de Tudela, nos decidimos por hacer un tramo de la GR-
Como las buenas costumbres adquiridas en la época anterior no deben olvidarse, lo primero nada más llegar a Tudela, fue hacer acopio de fuerzas con un buen desayuno para seguidamente dirigirnos al Parque del Prado donde dio comienzo la caminata. La mañana aunque algo fresca (los aragoneses no decimos que hace frío mientras el termómetro no baje de los 20º bajo cero) era ideal para caminar ya que el sol empezaba a dar señales de vida.
El ambiente, bueno como siempre, y la falta de cuestas hicieron que el camino transcurriera en animada charla mientras íbamos dejando atrás Tudela con su magnífico puente sobre el río, la presa de la Mejana y el paisaje típico de los bosques de ribera. Poco a poco nos íbamos acercando al Bocal, ese espacio donde los ciudadanos de Tudela y alrededores suelen ir para disfrutar de la Naturaleza…y de la buena comida. El lugar sorprendió agradablemente a la gente que no conocía este paraje y un numeroso grupo decidió “plantarse” y disfrutar de la soleada mañana en los alrededores, mientras los más andarines se esforzaban en comerse los kilómetros que separan el Bocal de la localidad de Buñuel pasando por las orillas del Canal y más adelante dejando atrás a Ribaforada.
Ya en Buñuel, nos llega la noticia de que el grupo que se había quedado en El Bocal, debido a un malentendido, no habían sido recogidos por el autobús, y se estaban poniendo negros y no solo por el sol que apretaba de lo lindo a esas horas. Así que corriendo a buscarlos porque las pochas nos están llamando a gritos. Ya todos juntos, enfilamos hacia Cascante para dar buena cuenta entre risas y agradable charla, de la estupenda comida que nos sirvieron en el restaurante “El Caminito” y después para ganar indulgencias, nos acercamos hasta Tulebras donde las monjas del Monasterio cisterciense se afanaron en enseñarnos y explicarnos la historia y pormenores del mismo además de ofrecernos los dulces que ellas mismas elaboran y que hicieron las delicias de las “morrudas” y “morrudos” que no faltan en nuestro grupo.
El regreso se nos hizo muy corto y ya pensando en la próxima excursión que en el mes de Marzo nos llevará a la Sierra de Vicor.