13-06-2015 Molina de Aragón

NÚMERO DE ASISTENTES: 47


Cuando allá por el mes de octubre del año pasado, nuestro compañero Ángel Lahuerta nos propuso realizar una excursión por los parajes del Barranco y la Ermita de la Virgen de la Hoz, se nos hicieron los dedos huéspedes porque algunos ya descubrimos esa zona de nuestra época de excursiones culturales, pero no conocíamos a fondo el alto valor paisajístico de esta comarca
Por motivos de organización hubo que retrasar una semana la fecha programada en principio, pero mereció la pena la espera porque la excursión fue de las que gustó a todo el mundo (¡y cuidado que es difícil conseguir el aprobado de un grupo tan numeroso!) Y eso que el día comenzó con un buen susto, debido a la flaca memoria del dueño de los autobuses que utilizamos desde hace tantos años, que se había olvidado por completo de que tenía que venir a recogernos para llevarnos de excursión. ¡Como están las cabezas, madre!
Todo se solventó con ayuda de la suerte y todo hay que decirlo con los reflejos mostrados por Antonio Díaz más conocido como «el pequeñín» que enseguida encontró la solución viniendo el mismo en persona para conducir el autobús con más calma y sensatez de lo que es habitual en él, quedando el susto en apenas media hora de retraso en la salida.
Sin más incidentes dignos de reseñar, el camino hasta el comienzo de la excursión transcurrió como siempre oyendo música, historias humorísticas y algún que otro chiste. Como además conforme nos acercábamos a la ermita de la Virgen de la Hoz, el cielo que iba poniendo cada vez más azul, cuando entramos a la hospedería para comer el bocadillo el personal ya se había olvidado del incidente y a la salida del desayuno los ánimos estaban tan elevados que todos y cuando digo todos es todos y todas, emprendimos la subida a los miradores con un ímpetu que a más de uno/a hubo que ponerles el freno de mano para que no llegaran a Guadalajara antes de comer.
La ascensión hizo resoplar un poco, pero el paisaje era tan hermoso que no hubo ni una sola protesta, ni se oyeron las famosas frases: ¿Ya llegamos? ¿Falta mucho?, etc. La primera parada seria tuvo lugar en el primer mirador del recorrido y allí estuvimos un rato disfrutando de las preciosas vistas de esa combinación formada por las gigantescas rocas con extrañas formas acunadas por el verde de los pinos y el sol brillando en todo lo alto para dar más empaque a la postal. Pero buenos somos la gente de L’Andada como para estar mucho rato en un sitio. Enseguida los «culos inquietos» tiraron hacia arriba para ser los primeros en disfrutar de las vistas del siguiente mirador desde donde aunque parecía difícil, la grandiosidad el paisaje se vio aumentada. A los que en ese momento llegaban al primer mirador se les veía como si fueran niños pequeños y los saludos entre ambos grupos alteraron no poco la paz del lugar.
Después cada grupo se dedicó a continuar sus respectivos recorridos y mientras unos optaban por quedarse en las inmediaciones de la ermita, otros estiraban un poco el paseo y «la banda de los tragamillas» se ponían las botas de siete leguas para hacer el recorrido completo y algunos «con chorrada». Lo cierto es que la mañana transcurría plácida entre una inmensa extensión de pino rodeno distribuidos a lo largo y ancho del Barranco de la Hoz que se poco a poco se va deslizando hasta las hoces del río Gallo que bajaba con un intenso color chocolate debido a las últimas tormentas caidas por la zona en días anteriores. El último tramo siguiendo el curso del río se hizo un poco penoso debido al asfalto que tan poco nos gusta a los senderistas, pero una cervecica fresca al final de la caminata nos hizo olvidar ese pequeño inconveniente.
La comida en Molina de Aragón estuvo bastante buena y luego hubo tiempo suficiente para visitar alguno de los lugares más interesantes de esta ciudad como el Castillo de Zafra, las iglesias de San Pedro y la románica de Santa Clara, el Puente Viejo, Convento e Iglesia de San Francisco…y las pastelerías de Molina donde elaboran ese postre tan rico y típico al que los lugareños denominan «pata de vaca» y que fue los primero que visitaron nuestros «morrudos de turno». La lluvia nos acompañó durante el viaje de vuelta, pero al llegar a Zaragoza ya no llovía, acrecentando la leyenda de nuestro grupo respecto a la suerte con el tiempo.

L'andada en el primer mirador
L’andada en el primer mirador
Vista desde el gran mirador
Vista desde el gran mirador
Sudando la camiseta
Sudando la camiseta
Esperando a los lentos
Esperando a los lentos

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